Un nuevo acuerdo democrático para generar una agenda regional en Latinoamérica
Esteban Tavera y Tatiana Cárdenas
Nunca como ahora fueron necesarias estrategias de integración regional y nunca como ahora la región enfrentó un contexto tan adverso. Por ello, más de 50 organizaciones, gobiernos, centros de pensamiento y universidades de la región, lideradas por Asuntos del Sur, generaron un espacio de debate y reflexión llamado Democracia Viva, que durante una semana de septiembre de 2020 reunió voces de distintos sectores y nacionalidades con un objetivo claro: sentar las bases para un nuevo acuerdo democrático regional.
Lo que surgió de este ejercicio de diálogo y cocreación fue una serie de propuestas relacionadas con diversos ejes temáticos, que responden a las problemáticas más relevantes y prioritarias como pobreza, inequidad, acceso limitado a recursos y servicios, violencias, destrucción de los recursos naturales. También fueron incluidos reclamos relacionados con la conectividad y accesibilidad, además de la necesidad de apertura de las instituciones democráticas para promover una participación efectiva.
Se apuntaba a no quedar en grandilocuentes consignas sin aplicabilidad en los contextos latinoamericanos, y se logró reunir una valiosa lista de acciones y propuestas. Este trabajo apenas comienza y exige seguir pensando, debatiendo y accionando en la hoja de ruta que se busca construir.
Acciones urgentes
Un factor común en las propuestas o soluciones que se plantearon recae en los gobiernos y su compromisos por generar condiciones dignas de acceso e inclusión, es decir, en su gran mayoría son acciones que dependen de los Estados o de las instituciones que los sostienen.
Una de las propuestas más recurrentes fue la de implementar una estrategia de ayuda económica para quienes se han visto más impactados por la pandemia generada por el COVID-19, sea esta una renta básica universal u otra de este tipo
Los datos refuerzan la importancia de esta medida, según Oxfam, por causa de la pandemia habría una caída del 5,3% del PIB y un aumento del desempleo de 3,4 puntos porcentuales en América Latina y el Caribe. También se señala que la pobreza aumentaría al menos 4,4 puntos porcentuales, lo que representa un total de 28,7 millones de nuevos pobres. La pobreza alcanzaría a un total de 214,7 millones de personas, lo cual representa el 34,7% de la población de la región.
Frente a la ola de levantamientos sociales, que se han reactivado en los últimos meses, varias personas participantes en los paneles de discusión confluyeron en que la ciudadanía tiene el poder y debe ejercerlo de forma inteligente, a través de la verdad, el diálogo y la exigencia organizada.
La destrucción de los territorios debe parar
No puede haber debate democrático si no se reconoce la pluralidad y se prioriza el capital sobre la vida, esto quedó claro en las diversas propuestas. Los pueblos originarios y las comunidades históricamente excluidas deben incluirse en la toma de decisiones.
Esta necesidad se vuelve imperante cuando en territorios como la Amazonía, que enfrentan múltiples conflictos ambientales y violencia hacia quienes buscan defender los recursos naturales, entre agosto de 2019 y mayo de 2020 la deforestación creció un 54%, lo que representa un total de 4.567 kilómetros cuadrados de selva devastados en apenas 10 meses. Esta realidad ha empeorado con los incendios de finales del año pasado y al accionar de empresas extractivas.
Desmilitarización de la seguridad
Hechos recientes de violencia policial y militar en países como Chile, Argentina, Brasil y Colombia han prendido todas las alarmas sobre los excesos de la Fuerza Pública y su uso como instrumento de represión estatal. Es necesario desmilitarizar la seguridad, regresar los militares a los cuarteles, construir modelos comunitarios de seguridad ciudadana. La seguridad no se construye con más policías y una postura punitivista, la región reclama atender la violencia y los fenómenos de inseguridad de otra manera.
En esta línea, también se mencionó repetidamente la urgencia de fortalecer los sistemas de justicia y el estado de derecho, la cultura democrática y las formas no violentas de resolver los conflictos. La ciudadanía debe entrar activamente en el debate sobre la seguridad.
Esa centralidad de la ciudadanía también fue el pilar de otras intervenciones y propuestas, promover el protagonismo ciudadano, en contraste con los acuerdos de las elites, de las castas, pensar las democracias más allá de posturas ideológicas, desde los intereses comunes, transformar las semi-soberanías de estas democracias que funcionan mal, por soberanías plenas, darle el poder al elector, que el elector tenga la palabra, no los partidos.
Otros elementos que son indispensables en la configuración de los Estados que se espera construir para el futuro cercano, son paridad política, leyes de cuotas, participación y representación de mujeres en espacios de poder y toma de decisión desde sus diversidades.
La garantía en el acceso a derechos como educación, trabajo, conectividad, es vital para robustecer la democracia. Debemos cuidar la vida y defender la autodeterminación de los pueblos, darle valor a las maneras de autodeterminación de las personas para construir la democracia desde lo cotidiano, y que eso signifique una posibilidad de buen vivir. Más allá de lograr más espacios de participación, necesitamos que los espacios sean paritarios y con diversidad política.
La paridad, una deuda pendiente
La inclusión, la paridad y la lucha contra la desigualdad fue quizá el elemento más mencionado durante las charlas, paneles y presentaciones, además de los aportes hechos por quienes participaron a través de las redes sociales.
El reclamo de acciones afirmativas es enfático, pues las mujeres tienen que estar en todos los espacios de toma de decisiones, considerando sus interseccionalidades. Otro reto que se plantea es lograr que más hombres se monten en el carro de la igualdad de los derechos, pues esto no lo pueden llevar las mujeres solas sobre sus hombros.
El COVID-19 dejó claro que las labores del cuidado, que históricamente han sido subvaloradas y puestas en los márgenes sociales, se convierten en el centro, esto requiere visibilizar el aporte de la economía del cuidado, que recae casi exclusivamente en las mujeres, en la micro y macroeconomía. Adicional a esto, el género debe incidir de manera transversal en la definición de presupuestos para la salud, la educación, la vivienda y en todos los ámbitos.
La información como pilar de la democracia
Las propuestas para una mejor democracia se relacionan con la información que se produce en nuestras sociedades y que es finalmente una de las variables que más impacta en los resultados electorales. Un nuevo acuerdo democrático requiere regulación que proteja la privacidad hacia periodistas y activistas y que proteja la transparencia y acceso a la información pública. También requiere de protección a la vida y a la labor de periodistas y líderes sociales en toda la región.
Se señaló, además, que más que pensar en los retos y responsabilidades que tienen quienes difunden información, es urgente llevar procesos educativos a quienes consumen esos contenidos, principalmente a las infancias y juventudes, que son quienes más expuestas están frente a los problemas de información.
No se puede dar por sentada la información que se recibe, pues hay personas e intereses por detrás, por ello hay que aprender a identificar cómo se da la desinformación, de donde viene y esto no es responsabilidad solo de los gobiernos, también de la ciudadanía.
La academia y los movimientos sociales tienen un rol fundamental en las transformaciones de las democracias, pero para esto se debe buscar la igualdad de las inteligencias, el reconocimiento de los saberes ajenos, estar en la capacidad de construir un discurso que permita a los sectores populares igualarse en la discusión política.
Integración regional y Estado fuerte
Desde un punto de vista internacional, se destacó la importancia de que los Estados salgan de la crisis generada por la pandemia de manera conjunta. Apuntar a la ayuda y cooperación mutua entre países y regiones, con la consigna de que solos somos débiles y juntos somos más fuertes. No es posible responder a problemas globales con fronteras cerradas, por ello es urgente priorizar la cooperación transnacional, y el acceso común e igualitario a la infraestructura digital.
Desde el punto de vista de los gobiernos, para hacer tránsito hacia democracias más maduras debe existir una profesionalización del Estado, enfrentar la captura político-partidista de las instituciones. Para un Estado más empático, ágil y amigable hay que trabajar en formar a personas que sean más empáticas, ágiles y amigables.