Arden las urnas. Claves para entender el escenario electoral en Bolivia

[author] [author_image timthumb=’on’]https://asuntosdelsur.org/wp-content/uploads/2019/08/Cris1.jpg[/author_image] [author_info]Autor: Cristian León, politólogo, coordinador de InnovaPolíticaLatam[/author_info] [/author]

Foto: cortesía Wilmer Machaca

Al segundo día del conteo de votos, los edificios del Tribunal Supremo Electoral de los departamentos del Sur de Bolivia,  ardían en llamas. En otros departamentos, se registraron marchas, disturbios y muchas fogatas en las cuales se quemaban maletines electorales que contenían las papeletas de la votación del día anterior. El clamor de un presunto fraude electoral llenó las calles, acaparó las publicaciones en redes sociales y los titulares de los medios de comunicación.

Si ganó Evo en primera vuelta o lo hará en segunda o no, ya no importa, las urnas se incendiaron, el proceso se impugnó y mostró el lado más frágil de una democracia que no logró reinventarse y superarse. Uno de los mayores responsables fue sin duda el Órgano Electoral, el cual no sólo careció de efectividad, pero mostró poca capacidad para generar confianza en el momento de mayor incertidumbre.

A continuación se hace un repaso de algunas de las claves para entender el delicado escenario electoral que afronta Bolivia.

Los indicios del fraude

Las recientes elecciones en Bolivia fueron  las más competitivas desde la primera victoria de Evo Morales en 2005. Después de haber ganado  en 2014 con un hinchado 63%, en esta ocasión  las encuestas indicaban que Morales no  tenía asegurada su victoria en la primera vuelta – para ganar en primera vuelta, el candidato debe asegurar al menos 40% de la votación con una diferencia de 10% con respecto al segundo – .

Sobre ese contexto, el Organo Electoral Plurinacional se convirtió en uno de los principales dinamitadores. Todo comenzó cuando, a través de su Sistema de Transmisión de Resultados Electorales Preliminares (TREP), el OEP publicó cifras sobre el 85% de los votos que indicaban una segunda vuelta entre Morales, el candidato oficialista (con 45% de la votación) y Carlos Mesa, de Comunidad Ciudadana, con 39%. A pesar de este resultado, Morales anunció  su victoria en conferencia de prensa, alegando que los votos rurales no contabilizados hasta ese momento, le darían el empuje final.

Por su parte, el OEP comunicó que no haría más publicaciones a través del TREP, lo cual levantó la desconfianza de la población de una posible intervención del Gobierno para asegurar su victoria. En un clima de alto suspenso y presión ciudadana, el OEP retrocedió sobre sus pasos y publicó una nueva actualización en el TREP sobre 95% de los votos, dándole una victoria a Morales en la primera vuelta con apenas décimas por encima del 10% de diferencia requerido por la Ley electoral.

La diferencia registrada, sumada a una gran cantidad de irregularidades compartidas a través de plataformas de redes sociales, enardeció a la población. La misión oficial de la OEA lanzó un comunicado en el cual observaban los resultados y pedían explicaciones, mientras que el rector de la mayor universidad pública del país, salía herido en una de las manifestaciones. Independientemente de los resultados finales, el proceso eleccionario ya se había empañado, convirtiéndose en el más controvertido de los últimos 20 años.

La repostulación de Evo

El escenario antes descrito no es resultado de una sola coyuntura, sino del desgaste que acumuló Evo a partir de su repostulación. De acuerdo a la Constitución Política, Morales no podía postularse por una tercera vez consecutiva, por lo que en gran medida las elecciones se jugaron en torno a si su postulación era legal o no.

El rechazó a la candidatura de Evo se capitalizó cuando, después de perder el Referendúm constitucional para habilitar su reelección el año 2016, se generó una vertiginosa carrera para encontrar alguna argucia legal que lo habilitara. A finales de 2017, el Tribunal Constitucional declaró la aplicación preferente de los “derechos políticos” por encima de los artículos de la Constitución, lo que abrió el camino a su postulación.

Del lado de una fragmentada oposición, las estrategias para evitar la reelección de Morales se centraron en la convocatoria de masivos mitines la “recuperación de la democracia”, los cuales no tuvieron ninguna fuerza real para cambiar el juego de poder.   La  oposición terminó por elegir sus candidatos y presentarse a las elecciones.

La estrategia electoral era complicada dada la ausencia de candidatos/as. Por ese entonces, la figura del ex presidente Carlos Mesa, había crecido debido a su rol como vocero de la causa  marítima de la demanda contra Chile. Aunque en varias ocasiones había rechazado su intención de lanzarse nuevamente a la política, Mesa decidió lanzarse a la presidencia a un año de las elecciones.

Otro rasgo del rechazo a la postulación de Evo, fue por ejemplo el nombre que adoptó la por entonces, tercera fuerza política: el partido cruceño Democrátas. Para estas elecciones asumió el nombre “Bolivia Dice No” para reivindicar los resultados del referendúm que rechazó la candidatura de Morales.

El voto útil

El candidato Mesa se posicionó  a partir del voto útil. Al ser, según las encuestas, el candidato con mayores posibilidades para ganar a Evo Morales, recibió apoyo de otros partidos como Unidad Nacional y Soberanía y Libertad, buscando así sumar los suficientes votos para activar la segunda vuelta.

Esto explica, por ejemplo, que a pesar múltiples embates que pudieron haber afectado a Mesa, como denuncias de posible corrupción en su anterior mandato, haber aceptado dinero para ser candidato a vicepresidente en 2002, y hasta críticas a su poco posicionamiento frente a varios temas, aun así se pudiera mantener a flote.

Ayudó también que apenas días de llevarse a cabo las elecciones, personalidades de la política hicieran públicos sus pedidos de renuncia al tercer candidato en las encuestas, Oscar Ortiz, para así fortalecer a Mesa. De hecho, incluso se difundió una noticia falsa sobre la renuncia de Ortiz, la cual tuvo que ser rápidamente desmentida.

La capacidad de mantener su apoyo en las últimas semanas en las encuestas, fue clave para que Mesa terminará por captar un buen porcentaje de los votantes que aún andaban indecisos y se posicionará cerca de Morales.

El outsiderismo conservador

La emergencia de un candidato completamente desconocido: un doctor coreano de apellido Chi, fue una de los mayores claves del actual escenario electoral. Chi fue de mano del Partido Democrata Cristiano (PDC), y sorprendió a todos al subir rápidamente en las encuestas a pesar de una campaña con poca maquinaria electoral y un candidato sin experiencia.

Su discurso altamente misógino e intolerante con las disidencias sexuales, el cual culpa al comportamiento de las mujeres por las altas tasas de feminicidios, y a los “pecados” de la comunidad LGTBI por ser las causantes del castigo divino de los incendios de la Amazonía, atrajo a un electorado conservador cautivo. Eso sumado a su discurso anti-político, que lo convirtió en una figura potencial para los medios de comunicación y caldo de cultivo para la cultura de los memes en internet.

El partido de Chi quedó como la tercera fuerza política, con un 8% de votación, y desplazó completamente a “Bolivia Dice No”(BDN). Su alto crecimiento pudo haber afectado directamente a BDN, al restarle su posibilidad de ser la fuerza que compita a Morales, y empujando más el voto útil hacia Carlos Mesa. Así también, este partido parece haber arrancado electorado al MAS en departamentos como Oruro y Potosí.

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A la fecha, se avisora una salida difícil y que requerirá a corto plazo lograr las siguientes condiciones: restablecer la confianza en el Tribunal Supremo Electoral, replegar los sectores de choque y establecer alguna línea de diálogo que tienda puentes sobre una posible grieta entre oficialismo y oposición.

Los resultados de todos modos son claros: Evo Morales ya no cuenta con la mayoría que en anteriores veces lo llevó al Palacio de Gobierno, lo que muestra el claro desgaste de su imagen política y el costo de prorrogarse en el poder. Otros aspecto a tomar en cuenta es que el conservadurismo consolidó su apoyo y generó capacidad de interpelación y bloqueo a futuras políticas públicas, teniendo el voto dirimidor dentro de la Asamblea Legislativa. Este elemento no está siendo mencionado ni analizado, y puede que las fuerzas políticas enfrentadas en el actual escenario de polarización, cedan a sus condicionamientos para lograr mayorías.

Estas fueron las elecciones más impugnadas y violentas de los últimos años en Bolivia.