Chile: Un oasis de conflictos

[author] [author_image timthumb=’on’]https://asuntosdelsur.org/wp-content/uploads/2019/09/LilaMonasterios.png[/author_image] [author_info]Autora: Lila Andrea Monasterios, periodista y responsable de comunicación en Asuntos del Sur[/author_info] [/author]

Foto: Pablo Muñoz

«Nuestro país es un verdadero oasis en una América Latina convulsionada» lo que el presidente de Chile, Sebastián Piñera, no esperaba aquel 8 de octubre cuando declaró eso en un medio, era que se venía una explosión social que llevaría a los militares a la calle por primera vez desde la dictadura en los años 70. Al 26 de octubre el Instituto Nacional de Derechos Humanos (INDH) reportaba la existencia de 70 querellas contra la Policía y Ejército: 15 por violencia sexual, 50 por torturas y otros tratos crueles inhumanos y degradantes, y cinco por homicidios, datos obtenidos mediante entrevistas a 3.163 personas en 93 comisarías.

“¿No le molesta que no tenga el servicio del metro?” le preguntaba una periodista a una señora grande quien le dijo que no “Está bien que la juventud haga esto por que nosotros somos unos cobardes” fue la imagen sensata del sentimiento de un país que logró movilizaciones masivas de norte a sur, y que puso los ojos del mundo sobre el modelo chileno que siempre había sido tomado como un ejemplo y que día a día se va cayendo en cada grito, en cada abuso, en cada declaración desafortunada tratando de negar la violación a los derechos humanos.

Todo empezó con la juventud organizada para evadir el incremento del precio en el metro, “lo estudiantes empiezan a protestar de una manera muy novedosa que no se había hecho antes, se agolpaban dentro de una estación y entraban juntos sin pagar. Desde el principio se los trató de delincuentes y el presidente dijo muy firmemente que no iba a modificar el pasaje, esas declaraciones fueron muy mal recibidas, entonces las evasiones incrementaron y el gobierno puso policías, decidieron cerrar el metro el viernes, dejando varada a un montón de gente sin poder volver a sus casas” explica Rodrigo Echecopar, presidente de Revolución Democrática.

Pasaron unos días y empezaron los disturbios, lo que los medios locales mostraban eran saqueos a supermercados, lo que la gente subía a las redes eran cientos de videos de militares secuestrando gente, disparando a quemarropa, castigando a menores, y creando escenarios de caos que luego eran adjudicados a quienes protestaban.

La juventud tuvo valentía de decir “ya no queremos más abusos… Evasión” junto a la consigna “Evadir no pagar otra forma de luchar” pero a eso suma el descontento de décadas, el menosprecio de un modelo constitucional que no resguardó los derechos fundamentales de la población, acompañado por las voces de grupos sociales que han sufrido el abuso político y económico de las AFP, Isapres, deudas educacionales, privatización a recursos naturales, expropiaciones de tierras indígenas, ley de pesca, acuerdo del TTP11 y más. “Esto fue como una olla a presión que estalló y la consigna ha sido #ChileDespertó” acota Pablo Muñoz, quien forma parte de la Asamblea para un Nuevo Pacto Social que busca el cambio de la Constitución.

La vieja herida

“Hoy retrocedimos nuestros relojes 46 años. No puedo creer que tengamos a la fuerza policial y militar en las calles” dice Nicolas Morales, activista por los derechos humanos que día a día está en las movilizaciones de Santiago. “Fresca esta aun en la memoria, los abusos y violaciones a los derechos humanos de la dictadura civil-militar 1973-1990, lo que avivó más el fuego” explica Marcela Ferreira, activista y participante de la Academia de Innovación Política. “Que la represión de quienes quieren proteger los privilegios de unos pocos no apague la esperanza de quienes levantan sus brazos por un país mejor para todas y todos” anuncia el comunicado de Revolución Democrática.

“La percepción de muchas personas es que “volvimos al 73”, “Estamos en dictadura”, “No olvides tu carnet de identidad y siempre avisa donde estas, ya viene lo peor con los milicos en las calles… nos van a desaparecer” (entre muchas). El sentimiento de esperanza de los “Tiempos mejores” (frase populista del presidente) y el “Oasis de América Latina” fueron arrebatas en horas” dice Nicolás y eso se puede constatar en las masivas marchas que desde el cielo dibujan ríos de gente.

“En lugar de buscar una solución democrática, la respuesta del gobierno fue represiva. Esta irresponsabilidad por parte del gobierno ha generado un clima de ingobernabilidad, alimentando la violencia en las manifestaciones y agudizando el descontento de todas y todos” relata Revolución Democrática. Lo que se puede ver también es que la gente no dejará que el miedo se apodere, las manifestaciones no han cesado y aunque primero se levantó la suba de precios, y luego el presidente cambió a su gabinete lo que la población, ya organizada, quiere son cambios estructurales

Para esto, la organización comunitaria ha sido fundamental, amigos, vecinos, familia incluso desconocidos han sido solidarios los unos con los otros. “Las redes sociales marcan un precedente ante lo mencionado, donde la inmediatez ante la urgencia social ha sido el medio oportuno para la organización” destaca Nicolás, quien no ha dejado de compartir videos y relatos de lo vivido día a día.

El camino a transitar

Surge el pedido de una nueva Constitución en Chile quienes nunca tuvieron una carta fundamental propuesta, conversada, redactada y votada por su población. “Es el momento de alcanzar un anhelo histórico: que sea el propio pueblo de Chile quien decida los destinos hacia los que quiere avanzar. Nuestra acción continuará hasta lograr una transformación profunda del sistema vigente. Cuestionamos este modelo neoliberal abusivo que convierte nuestros derechos sociales en oportunidades para lucrativos negocios.” Se lee en la declaración de la Asamblea por un Nuevo Pacto Social.

Una sociedad con síntomas de Estallido luego de conocer que es uno de los países más desiguales, donde el 1% más adinerado del país se quedó con el 26,5% de la riqueza en 2017 (según la última edición del informe Panorama Social de América Latina elaborado por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe), donde el sueldo mínimo en Chile es de $301.000 (US$423) y solo el 50% de la población administra un sueldo igual o inferior a $400.000 (US$562) al mes está en búsqueda de ir más allá.

“Un pacto supone reciprocidad: no puede ser que unos siempre ganen y los otros siempre pierdan. El abuso es la negación de un pacto social” resalta Pablo, y para entender esto mejor hay que volver al inicio del estallido, cuando la juventud se organiza contra la suba del pasaje, no es su pasaje el que subía sino el de sus padres, el de sus abuelos, “personas que no tienen los recursos para vivir dignamente y esa fue la gota que rebalsó el vaso de un proceso largamente precarizado” señala Rodrigo – en definitiva, hay rabia, hay malestar, hay cansancio y soledad. Al 29 de octubre según la fiscalia hay 18 muertos y 7.000 detenidos.

“¡Chile despertó solicitando soluciones reparatorias, de paz y justicia restauradora para una sociedad que sufrió el peor síntoma de la desigualdad chilena!” exclama Nicolás, y mientras el presidente de Chile tardíamente intenta dar soluciones paliativas, las calles retumban, la memoria persiste, la lucha continúa.