Desarrollo local, capital social
¿Cómo la participación ciudadana puede ayudar al desarrollo local? La confianza entre todos los actores de la sociedad podría ser una de las respuestas a esta pregunta.
El desarrollo local es importante para la economía regional, aparece como una nueva forma de mirar y de actuar desde el territorio en el nuevo contexto de la globalización. Este pensamiento se ha transformado en una especie de paradigma para regiones y microregiones que intentan poder hacerlo realidad. A partir de cambios surgidos en la misma concepción sobre qué es el desarrollo local, se puede decir que tal concepto, hoy, se encuentra en un constante proceso de cambios y posibles discusiones terminológicas.
Sin embargo, el desarrollo local requiere generar ciertas condiciones para ser implementado, sobre todo, en localidades que no cuentan con ciertas condiciones preexistentes para poder hacerlo. Por ejemplo, en la teoría del desarrollo local generalmente se habla de “sistemas de clusters”[1] o “desarrollo endógeno”
Existe una brecha en la literatura sobre el tema en tanto que, en su mayoría, se ocupan sólo de regiones en las cuales los recursos se encuentran visiblemente desarrollados y existe algún tipo de grado de confianza entre las personas. A partir de definición y sus dimensiones, se puede decir que el desarrollo local permitiría comprender de una mejor manera las distintas relaciones que se dan entre los distintos actores: Sociedad Civil, Estado y Empresas.
El abordaje de su literatura sobreentiende ciertos criterios, los cuales da por sentados y los relaciona con la creación “inercial” del desarrollo local en tanto que suelen describir regiones o municipios en los cuales están dadas todas las condiciones previas para que el comienzo del desarrollo local sea hasta casi una mera cuestión de organización: empresas desarrollándose, ambiente socioeconómico favorable, líderes de procesos bien diseminados, una sociedad comprometida con ciertos valores que se intentan propugnar, participación incipiente en todos los ambientes de la sociedad civil, entre otros.
Cada localidad o territorio se caracteriza, por ejemplo, por una determinada estructura productiva, un mercado de trabajo, un sistema productivo, una capacidad empresarial y conocimiento tecnológico, una dotación de recursos naturales e infraestructura, un sistema social y política, una tradición y una cultura sobre los que se articulan los procesos de crecimiento local.
Por eso mismo, ¿qué ocurre cuando los valores compartidos son nulos debido a los altos índices de desconfianza?; ¿qué ocurre cuando la localidad o región no posee un sistema productivo, ni existen empresarios en la zona porque son zonas de muy bajos recursos?; ¿si no se logra esa concertación e interacción entre los agentes?; ¿si no existe un proyecto común? y, sobre todo ¿qué ocurre cuando estos problemas se dan todos juntos en un sólo territorio? La conformación del capital social se hace evidente para poder resolver estas preguntas.
Uno de los problemas que encontramos al hablar de capital social es, precisamente, poder definirlo. No existe un concepto universalmente aceptado y, por lo tanto, eso plantea un problema metodológico importante. El concepto de capital social ha desatado, dentro de muchas ramas de las ciencias sociales, un intenso debate sobre la multiplicidad de temas que él mismo abarca y sobre su validez como teoría o paradigma. Se podría llegar inicialmente a una definición en tanto que el término de capital social hace referencias a las normas, instituciones, y organizaciones que promueven la confianza, la ayuda recíproca y la cooperación.
El paradigma del capital social plantea que las relaciones estables de confianza, reciprocidad y cooperación pueden contribuir a tres tipos de beneficios: reducir los costos de transacción, producir bienes públicos y facilitar la constitución de organizaciones de gestión de base efectivas, de actores sociales y de sociedades civiles saludables[2].
Uno podría aseverar que la materia prima para la construcción de capital social existe en todas las sociedades del mundo, con las particularidades de cada cultura. En todas las sociedades existe la habilidad de trabajar en equipo y la capacidad de articular organizaciones para el logro de ciertas metas comunes, aunque se hace más difícil esta articulación en sociedades fragmentadas. Sin embargo, las distintas regiones o localidades no se encuentran destinadas a perecer en el intento de sumarse al proceso del desarrollo local, por lo menos mientras intenten trabajar en la idea fundamental del capital social como cohesión para poder lograrlo.
Referencias:
[1] El cluster es un resultado del desarrollo de redes empresariales en los ámbitos local y regional con base en la cooperación y la acción conjunta; en tanto que el desarrollo endógeno podría definirse como el proceso de crecimiento y cambio estructural que, mediante la utilización del potencial de desarrollo existente en el territorio, conduce a la mejora del bienestar de la localidad. Para profundizar el tema, ver Vazquez Barquero, Antonio. “Desarrollo económico local y descentralización: aproximación a un marco conceptual”, Proyecto CEPAL / GTZ de desarrollo económico local y descentralización de la División de Desarrollo Económico. CEPAL, 2000;
[2] Durston, John. “¿Qué es el capital social comunitario?”, División de Desarrollo Social, Serie 38, Políticas Sociales, CEPAL. 2000.
Autor: Lisandro Blas
Analista Innovación Pública 360