La Mano Negra en Colombia. Falsos Positivos II: Minca Sierra Nevada de Santa Marta
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En 2007, poco menos de un año después de la última desmovilización paramilitar en Colombia -a saber, el Bloque Elmer Cárdenas-, empezó a surgir un movimiento de Águilas Negras, que luego mutaron a otros colores (doradas, rojas y azules) hasta regresar al color original: negras. Su mayor auge fue entre el 2009 y el 2010 y, claro, uno no lograba entender muy bien (en ese momento) quién estaba detrás de esta invención de nombre, aunque intuía que se trataba de la Mano a la que ahora le habían puesto alas. La intuición advertía que el fenómeno tenía más de estrategia de control, de cuidar y sostener las fuerzas del miedo que habían introducido los movimientos paramilitares en el país y con los cuales el Estado había logrado contener y reprimir otros modelos y fenómenos como la expansión guerrillera y uno que otro “desadaptado” al que le imprimió la pena de muerte a través de la Mano Negra.
Cuando se le hace seguimiento al conflicto, de manera rigurosa, y se estudian todos sus componentes, sus particularidades y sus métodos, es fácil concluir qué es la Mano Negra y con qué fin se usa. Apareció en 2007, nunca antes se habló de Águilas Negras, sí de la Mano Negra y se le atribuyó rápidamente su creación a un muerto: Vicente Castaño Gil, fundador del proyecto AUC, y creador de varios bloque paramilitares entre los que estuvo, el Vencedores de Arauca, el Conjunto Calima, el Centauros y por supuesto, las Autodefensas Campesinas de Córdoba y Urabá. Este artículo tiene dos componentes, el primero de ellos es identificar qué es la Mano Negra, quién está detrás de ella y su fin, y conocer algunas de sus actuaciones, en concreto y en un sitio específico. La Sierra Nevada de Santa Marta, en adelante: SNSM.
Lo primero que vamos a definir es el nombre: se llama, Mano Negra. Punto: no águilas negras, doradas, rojas o azules y es un grupo que se encargó y se encarga de someter, mediante la muerte, el desplazamiento, la amenaza y el miedo a todo aquel individúo o colectividad que amenace la estabilidad del Estado, de una comunidad o de algún sitio de alto nivel económico para el Estado o sus antiguos aliados. Esta Mano Negra, según testimonios, fue orgánica a la seguridad y a la defensa del Estado y tuvieron nombres: F2 y DAS. El DAS fue disuelto en 2011 y sus miembros fueron reasignados a otras dependencias del Estado, entre ellas, la Unidad de Protección, la Fiscalía General de la Nación y la Policía Nacional de Colombia. Es decir que dentro de estos organismos hay, al menos, la premisa de que algunas de esas personas, con esos antecedentes, pasaron sin ningún control a esas dependencias. Sobre el F2 no se tienen noticias y la razón es porque los movimientos paramilitares pasaron a cumplir sus funciones.
Un sector del Ejército ayudó a la creación, la expansión y la ejecución del dominio del miedo a los movimientos paramilitares en el país. Se ayudaron mutuamente. Esto no es un secreto, como tampoco lo es las actuaciones del DAS. Frente a esto hay suficiente documentación, trabajos y denuncias que dan cuenta de esa realidad. Sobre el origen de sus amenazas, se encuentra allí que algunos de sus panfletos son cartas bien elaboradas, escritas por alguien con educación. Un panfleto tiene la particularidad de causar miedo a través del vocabulario usado y, por supuesto, los errores de ortografía. Es algo contundente. Miren estos dos ejemplos: Amenaza al Departamento de Sociología, de la Facultad de Ciencias Humanas de la Universidad Nacional de Colombia (https://goo.gl/d4CUq6) y este con el que se amenaza a expendedores (https://goo.gl/JfE8BF).
Esto no quiere decir, en ningún momento, que las amenazas de las Águilas Negras no sean contundentes y reales. Pueden que amenacen de una forma diferente pero son más mortales y peligrosas que las segundas, tienen un respaldo que les facilita el encubrimiento y la impunidad y esto es sumamente perverso y tienen una fuerza mayor: hacer sus crímenes sistemáticos y -como muchos de ellos mismos dicen- “usted se está metiendo con una familia muy grande”. Ahora, miremos a quiénes van dirigidas esas amenazas: líderes sociales, indígenas y afros que buscan beneficios colectivos para sus comunidades. Evitar minería, recuperar tierras, reclamar derechos e iniciar procesos de resistencias en contra del surgimiento de los Grupos Armados Ilegales (paramilitares con otro nombre); investigadores independientes, Organizaciones sin Ánimo de Lucro, profesores, periodistas, un sector político y defensores de Derechos Humanos, que todos tienen un elemento común: denuncian atropellos del Estado y de sus antiguos aliados que ven en estas personas o colectivos las amenazas de la verdad, de la justicia, la reparación y por supuesto el restablecimiento de derechos -que va desde reconocer el daño que se le hizo al otro, hasta devolverle todo lo que se le quitó.
Las amenazas buscan frenar procesos, callar personas y eliminar opositores. En esto, el Estado es pasivo y complaciente: en lo que va corrido del año, según el informe realizado por Indepaz, Marcha Patriótica y la Cumbre Agraria, nos faltan 124 y abundan el cansancio y el “tirar la toalla” de algunos importantes pensadores -como lo indicó Ariel Ávila en su columna en Semana, Legalización de la censura-, porque no dan abasto con las amenazas. Esto es un flagelo y un antecedente terrible, y el problema se complejiza por la cercanía de este nuevo modelo de gobierno con personas que han sido altamente cuestionadas, investigadas y censuradas por hacer parte, fomentar y apoyar ejercicios totalitarios como el paramilitarismo y que siguen impunes.
La Mano Negra tiene diferentes actuaciones. En lo que concierne a este artículo, se identifican los falsos positivos y, siguiendo esa línea, dar a conocer los hechos puntuales que quizá algún día lleven a una investigación formal o al menos que las víctimas sepan que pasó con sus seres queridos y entender, por supuesto, lo cruento del conflicto y las motivaciones que dieron pie a la pérdida de muchas vidas humanas. Los Falsos Positivos son una mancha indeleble para el Estado.
Minca está ubicada en el distrito de Santa Marta, a veinte (20) minutos en carro. Está a unos 650 msnm, y tiene una superficie cercana a las 400 mil hectáreas. Es conocida como la capital ecológica y cuenta con unos paisajes maravillosos. También fue escenario de disputas, antes del 2006, entre paramilitares y guerrillas, contexto que dejó centenares de muertos. Después de eso, abrió sus puertas para enseñar las bondades naturales con las que había sido dotada, pero también dar a conocer los abusos sufridos. Uno de los primeros trabajos realizados allá fue en 2012 y lo hizo el Grupo Oraloteca, de la Universidad del Magdalena (https://goo.gl/74XKUi).
Luego, se empezaron a develar los hechos atroces, muchos de los cuales se conocen por la Ley de Justicia y Paz; otros, se esperan conocer por la Justicia Especial para la Paz (JEP). Estos testimonios dan cuenta de los Falsos Positivos en Minca.
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Testimonio 1
En la vereda la Lisa hubo una muchacha que le decían la Mona, ella llegó allá y el comandante Rafa, como era mujer de él, la uniformó y le dio fusil y todo. Éramos una contraguerrilla como de 45 paracos y bueno, ella, llegó y todos que bueno, que una mujer. En esta zona nunca había habido mujeres trabajando así con nosotros, nos pareció raro, pero bueno, dormía con el comandante. Y así pasaron los días y los días. Ella había venido de los lados de Guamachito (Magdalena) por los lados de Tucurinca. Estando ahí nos trasladamos para Nuevo Mundo, en Minca y estando allí apareció una versión de que ella tenía un hermano en la guerrilla, un tal Jorge o Jhon Jairo, algo así, y que por eso ella también era guerrillera. Yo no sé de donde salió esa información pero lo que creo era que el comandante quería abrirla para quedarse con otra vieja de esos lados. Ella era mujer de planta del man, le lavaba, le cocinaba, lo cuidaba, prestaba guardia, dormía con él, como si fuera la esposa. Entonces vino el comandante Flaco y habló con ella y la convenció para ir a hacer un registro y más abajito estaba el Ejército. A nosotros se nos hizo como raro ¿cómo es posible que van a hacer un registro estando el Ejército ahí por los lados de Tigrera? Pero era que se iba a hacer una reunión entre el Flaco y comandante del Ejército, no sé quién era el comandante.
Estando nosotros ahí, se escucharon unos tiros, todo el mundo se azaró porque estábamos como a un kilómetro, pero el Flaco enseguida avisó por radio que tranquilos, que era una guerrillera que se había volado con un fusil. Lo que pasó realmente es que se la entregaron al Ejército y el Ejército la cazó como un animal y la mató y la pasó como guerrillera muerta en combate. El comandante le dijo, corra por su vida porque vine a traérsela al Ejército para que la matara y la vieja arrancó a correr, asustada, desesperada y estos manes la prendieron a candela, hasta que la mataron. Ella no era ninguna guerrillera, esa muchacha, la trajeron de Guamachito para darle un positivo al Ejército, no hizo ni un tiro, yo creo que ni sabía disparar. Después el comandante dio parte a Rafa y ya. Eso quedó así (Testimonio oral, 2016).
Testimonio 2
En Cerro Negro, arriba en la Tagua, la misma vaina, el Ejército llegó y cuadraron entre comandantes y le entregaron un campesino de por allá de los lados de rio Córdoba. Era un campesino de la región, a nosotros nos hacia los mandaos, buena gente, mejor dicho lo único que faltaba era que nos lavara la ropa pero el de todo ahí en Cerro Negro. Un campesino buena gente y el pelao está más contento porque estaba vestido de camuflado y eso solo tenía un pantalón camuflado y unas botas de caucho. Uno más o menos entiende cuando una persona campesina, pensaría uno que esas persona de esas humildes no lo hace porque le guste, lo hace porque tiene temor del grupo que estábamos ahí, entonces se sentía contento porque estaba colaborando y más porque le hacía, ese man si le lavaba la ropa a los comandantes, les hacia la comida, tinto en la madrugada, no joda, lo tenían de servicio de ellos y el man pensaba que por eso no le iban a hacer nada. Era una persona humilde y trabajadora, campesina, porque ni armas cargaba. Solamente se le daba arma el día en que lo iban a entregar como falso positivo o como guerrillero, mejor dicho, como ustedes entiendan, pero vuelvo y te repito: son vainas mal hechas porque eran personas humildes, campesinos, mujeres, niños, gente asustada con nosotros que si tú le decías canta, cantaban, llora, lloraban, ríete, se reían. Este man, llegó haciendo mandados, que vaya a tal parte y tráigame esto, colaboración y así poco a poco lo fueron dejando a tal punto que no salía de la base donde estamos nosotros. Era un pelao, joven, asustado.
Lo mismo, como a los 20 días de estar ahí nosotros, llegó el Ejército y cuadraron los comandantes y se fueron. Como a las 3 horas, le dijo el comandante, coja esa pistola (una vaina que no servía, el cañón se le caía, eso no daba ni susto) y vaya allá a aquel cerro que ahí está otro comandante y me va a mandar un recado. Mentiras, ahí estaba el Ejército esperándolo y apenas el man se acercaba se armaba la plomera. Ahí mataron a ese muchacho y lo pasaron como guerrillero y no era ni guerrillero, ni paraco, ni nada. Un campesino humilde, humilde hermano, se le veía la humildad en la cara (Testimonio oral, 2016).
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Entonces surge nuevamente el miedo, porque quienes participaron de esos hechos, unos, no están vinculados formalmente a una investigación, es más: esto muy pocos lo conocen. No se ha abierto todavía el capítulo de los Falsos Positivos en la SNSM, y los otros, que salieron de Justicia y Paz (el mecanismo transicional que imperó en el Proceso de Paz entre el gobierno y los paramilitares) salieron luego de condenas de 8 años y varios de ellos están reorganizando sus estructuras de poder (paramilitarismo).
Es muy posible que nunca se llegue a saber nada de los Falsos Positivos en estas montañas; es muy posible que nunca se llegue a saber nada de la Mano Negra, pero también es cierto que muchos sabemos quiénes son, cómo operan y qué hicieron. ¿Lo repiten? Sí. ¿Pueden volver a intimidar? Lo están haciendo ¿Pueden asesinar? Según los registros de Indepaz, desde diciembre de 2016, 295 defensores han sido asesinados en el país; en promedio se registra una muerte cada cuatro días. Datos alarmantes.
Finalmente estamos a la merced del Estado y de un gobierno que regresa, después de 8 años al poder. Ocho años en los que ha pasado de todo y en los que se ha cuestionado, duramente, las desmovilizaciones y el Proceso de Paz y en los que han aumentado las amenazas. Aquí, en Colombia, si usted es amenazado, lo más seguro es que lo maten porque el Estado no lo protege y no lo protege porque es tan solo un campesino, un líder, un defensor de Derechos Humanos o un profesor de una escuela, en zona rural, que no tiene el poder mediático ni económico que le permita ser tenido en la cuenta. Hay una diferencia enorme entre los protegidos y los asesinados; estos últimos, son esos, campesinos, humildes, no políticos, ni columnistas: son personas del común y a esos el Estado no los protege y si llegan a ser asesinados, la respuesta institucional es la justificación de la muerte con la vinculación a hechos punibles o líos de faldas -son los muertos que no importan ni hacen un boom mediático. No conozco, de este grupo, humildes y campesinos, el primer líder, defensor de Derechos Humanos, protegido. No los bajan, cuando los van a asesinar, de una camioneta blindada, los bajan de una mula o de un caballo y los dejan tirados de la forma en que su muerte pueda callar a otros; no les disparan y las balas quedan en el chaleco antibalas, las balas pasan por la camisas sudorientas y quien reacciona, para evitar su muerte, no es un escolta entrenado sino un familiar o amigo que cae también entre las balas y si tiene suerte y deciden iniciar un estudio de seguridad, que va a demorar entre 6 meses y un año.
Esto es lo mismo que se vivió antes del 2006, con los grupos paramilitares y nada nos indica que va a ser diferente. En la SNSM, los paramilitares se están organizando desde hace 12 años, dominan territorios y modifican las dinámicas sociales y por supuesto: aniquilan todo aquello que se sea contrario a sus intereses y los intereses de su Estado.
*Lerber Lisandro Dimas Vásquez
Antropólogo, investigador del grupo de investigación Oraloteca de la Universidad del Magdalena. Con conocimiento sobre dinámicas, sociales, económicas, políticas y violentas en la Sierra Nevada de Santa Marta. Con amplio recorrido en temas de Justicia Trasicional, construcción de paz, crimen organizado y violencia urbana. Con conocimientos y trabajos en comunidades étnicas y campesinas. Defensor de Derechos Humanos y del medio ambiente | Twitter @lerberlisandro
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