[author] [author_image timthumb=’on’]https://asuntosdelsur.org/wp-content/uploads/2019/10/CarlosFlores.png[/author_image] [author_info]Autor: Carlos Flores, periodista[/author_info] [/author]
Foto: RTVE.es
«Espero que la ciudadanía sepa comprender». Probablemente, el vicepresidente Otto Sonnenholzner pensó que las próximas medidas económicas tendrían una fuerte respuesta social. La expresión se hizo viral en las redes sociales y de inmediato las alertas sobre un “paquetazo” saltaron a la opinión pública. Había la sospecha de que se tocaría el tema de los subsidios. Y en efecto, cuando el presidente de la república, Lenín Moreno, anunció el ajuste económico en cadena nacional, la única medida que hizo ruido, y produjo enojo e indignación fue: eliminar los subsidios para el diésel y la gasolina extra y ecopaís.
En su tiempo, el gobierno que presidió Rafael Correa también barajó esa opción y explicó los altos costos que representan para el Estado mantener una medida que beneficia “más a los ricos que a los pobres”. Una línea que Moreno también usó para justificar la decisión. La diferencia es que su antecesor no lo aplicó. Él, sí. Por eso dijo: “Estas son decisiones postergadas por décadas”.
Ecuador tiene historia sobre qué sucede con los gobernantes que anuncian medidas económicas que perjudican a las grandes mayorías empobrecidas. Ocurrió, por ejemplo, con el autodenominado “gobierno de los pobres” de Abdalá Bucaram, o con Jamil Mahuad que representa el caso más doloroso en la historia económica y social del país. Con estos u otros casos, los anuncios económicos llevaron a los gobernantes de turno hacia un túnel que terminó con su salida del Palacio de Carondelet.
Y en dichas movilizaciones sociales, los indígenas tuvieron un rol relevante.
Por eso el anuncio de estas medidas suscitó prontamente la sospecha de que este gobierno se “caería”. Pero, a ese antecedente histórico también hay que sumarle hechos más coyunturales: la baja aceptación del presidente Moreno bordea el 20%, el correísmo concentra el descontento contra lo que llama “el peor gobierno de la historia” y que se trata de un régimen percibido como frágil, más aún cuando entra en comparación con la figura hiperpresidencialista y autoritaria del expresidente Rafael Correa.
Tras el anuncio, los movimientos indígenas llegaron en importante número a Quito, capital de Ecuador. Las protestas se dejaron sentir, y los hechos obligaron al régimen a tomar acciones como mover la sede del gobierno a Guayaquil, declarar el estado de excepción en todo el territorio nacional, desplegar en territorio a los militares (incluyendo las tanquetas antimotines) y a todo el contingente policial y restringir la movilidad en las áreas donde funcionan entidades públicas, una suerte de “toque de queda” focalizado para impedir que los manifestantes lleguen a tomarlos.
Este amplio despliegue militar y policial en todo el país reveló el temor y la debilidad del régimen frente a líderes y lideresas indígenas que llegaron con una agenda clara: bajarse las medidas económicas del gobierno. Pero, la oposición correísta no dejó pasar la ocasión para insistir en aquello que maneja desde que comenzó el gobierno de Moreno: la renuncia del mandatario y convocar a elecciones generales. El líder de esta oposición y autoexiliado en Bélgica, Rafael Correa, envió un video en Twitter con el mensaje claro de que llegarán para la recuperación de la patria. Es más: en una rueda de prensa desde el Parlamento Europeo no solamente pidió el llamado a nuevas elecciones sino también dejó abierta la opción de ser candidato, como Cristina Fernández de Kirchner en Argentina, a la vicepresidencia de Ecuador.
El exalcalde de Guayaquil, Jaime Nebot, un político que se perfila para postular a la presidencia en las próximas elecciones, también entró en dinámica electoral. Con la movida del régimen de Moreno para gobernar desde esta ciudad costera, Nebot junto a la alcaldesa de Guayaquil, Cinthya Viteri, cerraron filas para defender a esa ciudad contra el “vandalismo” y el “caos”. El llamado y énfasis, con una alta dosis de nacionalismo local y acentuando las diferencias regionales del país, mostraron a un país nuevamente quebrado en sus diferencias sociales. Ese nuevo episodio solamente reflejaba un asunto cotidiano: el señalamiento a los indígenas como “indios”, “vagos” y “sucios” que producen el caos en contra de los que “no son indios” y que quieren trabajar y tener progreso.
Al mismo tiempo, el movimiento indígena exigía sin descanso sus demandas. La jornada de lucha más intensa sucedió el miércoles 09 de octubre, fecha en que Guayaquil celebra año a año sus fiestas de independencia. Mientras en Quito las organizaciones indígenas demandaron sin descanso, en medio de toletazos y bombas lacrimógenas, en Guayaquil salieron a marchar por la paz y el progreso. En Quito, la represión fue dura. Los videos en redes sociales muestran una larga lista de excesos de la fuerza pública. No se respetó nada. Incluso, se lanzó una bomba lacrimógena en una zona de Ayuda Humanitaria que facilitó una universidad para atender a los movilizados. El atentado causó pánico y algunas de las personas que salieron del lugar, fueron perseguidas por elementos policiales.
El descontrol en el uso de la fuerza pública suscitó la atención de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, CIDH. Pero, las acciones de violencia en estos ocho días de protestas también llegaron desde los manifestantes. En un reciente comunicado la misma CIDH, a través de su Relatoría para la Libertad de Expresión, advirtió que hay más de 80 periodistas agredidos tanto por agentes estatales como por manifestantes.
Aunque en las marchas realizadas el saldo es mayor: ya se cuentan cinco muertos, hay más 700 personas detenidas, y según las organizaciones de derechos humanos, más de 70 personas detenidas de manera ilegal, ilegítima y arbitraria.
En este momento, pese a que el gobierno insiste que se genera “un clima de confianza” para el diálogo, el movimiento indígena señala que no hay tal cosa. Lo que sí queda claro es que, pese a las invocaciones para negociar, ambas partes tienen líneas duras: el gobierno no piensa derogar las medidas económicas y los indígenas piden que eso se elimine. No sé sabe bien cuál será el siguiente movimiento. Lo que sí queda claro es que el estado de excepción tendrá una duración de 30 días según lo dispuesto por la Corte Constitucional (y no por 60 días como inicialmente planteó el régimen) y que Lenín Moreno ha dicho que no piensa renunciar y que no dará un paso atrás en las medidas económicas que ya ha recibido el saludo y reconocimiento del FMI.
El movimiento indígena históricamente ha sufrido represión cuando sale a las calles a exigir sus demandas. En el gobierno anterior fueron reprimidos por un régimen que se tildó como “revolucionario”; hoy, padecen la misma represión, pero de un gobierno que dice optar primero por el “diálogo”.
Un diálogo que no existió con los movimientos sociales cuando este gobierno tomó la decisión de aplicar las medidas económicas que produjeron la crisis que se vive.
El pasado 9 y 10 de septiembre se llevó a cabo el taller de incidencia: Diversidad de mujeres Activando organizado por Asuntos del Sur en articulación con el colectivo Las Poderosas-Teatroen Ciudad de Guatemala en la FGER (Federación Guatemalteca de Escuelas Radiofónicas).
¿Por qué volvemos a Guatemala?
En el proyecto SISA trabajamos durante 18 meses con la diversidad de mujeres de 4 países de la región (Ecuador, Paraguay, Argentina y Guatemala) en la identificación de los obstáculos que se encuentran las mujeres en sus respectivos activismos políticos y en la facilitación de procesos para la creación de iniciativas de empoderamiento desde las propias mujeres.
En esta segunda fase del proyecto lanzamos desde Asuntos del Sur el Programa de Formación SISA-Mujeres Activando que se encuentra alojado en la plataforma de la Academia de Innovación Política. Esta formación tiene como objetivos brindar contenido teórico y herramientas prácticas para los activismos de la diversidad de mujeres, así como para impulsar la articulación y fortalecimiento de sus mecanismos de trabajo e identidades entre las distintas colectivas. Del mismo participan actualmente más de 1000 lideresas de 19 países de América Latina, de las cuales 70 mujeres se encuentran en Guatemala.
Contexto político de Guatemala
Este es el tercer año consecutivo que, desde Asuntos del Sur, trabajamos en Guatemala. En esta ocasión llegamos en un contexto de declaración de Estado de excepción en 5 departamentos del nordeste del país: Izabal, Baja Verapaz, Zacapa, El Progreso, Alta Verapaz y Petén. El mismo fue ratificado por el Congreso, en los días posteriores, como supuesta medida para combatir el narcotráfico; sin embargo se sabe que en estos territorios tradicionalmente hubo tensiones entre las comunidades y las empresas por la explotación de los recursos naturales. En estos días, se está tratando de renovar el Estado de Sitio en 22 municipios de los departamentos afectados.
Por su parte, en Ciudad de Guatemala, el gobierno retiró el altar de las 41 cruces que se encontraban en la plaza central, en memoria de las 41 niñas quemadas en el incendio del Hogar Seguro Virgen de la Asunción el pasado 8 de marzo de 2018. Cada una de las cruces tenía una vela y un cártel con el nombre y la edad de cada una de las niñas. Las mujeres tomaron la “Plaza de las Niñas” (como ellas la nombran) y restituyeron las cruces, pero ese mismo día fueron expulsadas por los antidisturbios. Días más tarde, restituyeron el altar pintando las cruces con un emotivo ritual maya conducido por Lorena Cabnal, del cual fuimos parte. Este caso movilizó a las mujeres del país, porque 56 niñas fueron encerradas en una habitación sin acceso a baños o comida durante más de 12 horas como represalia por un intento de huída debido a las violaciones y abusos sexuales así como las condiciones insalubres de vida que sufrían. Tras pasar toda la noche encerradas, una de las niñas prendió una colchoneta para que les abrieran la puerta como medida de protesta. Pero no lo hicieron, y dejaron que 41 niñas murieran calcinadas y otras 15 sufrieran quemaduras de hasta el 80% de sus cuerpos.
Talleres SISA-Diversidad de Mujeres Activando
El Programa de Formación contempla sedes presenciales en 6 países de la región (Paraguay, Guatemala, Ecuador, México, Colombia y Argentina), y como parte presencial del Programa en Guatemala realizamos un taller de dos días en Ciudad de Guatemala organizado junto a las Poderosas Teatro. Del mismo, participaron 35 mujeres: mayas (Tz’utujil, Q’eqchi’, Kaqchikel, K’iche), mestizas, jóvenes, adultas, rurales y urbanas; de distintos departamentos del país (Sacatepéquez, Izabal, Totonicapán, Huehuetenango, Sololá, Chimaltenango, y de municipios de Guatemala y de capital). Durante el taller utilizamos el Método SISA como herramienta innovadora en el diseño de acciones concretas con enfoque feminista. En ese sentido, las mujeres que participaron, por un lado, se propusieron trabajar la educación integral sexual a través de metodologías lúdicas y participativas, y por el otro, se interpelaron sobre cómo articular una agenda que integre la diversidad de luchas de las mujeres indígenas y las mujeres mestizas.
Cerramos la primera jornada de trabajo con una movilizante noche cultural de teatro “Preguntas púrpuras y discursos violetas” de Violetas resilientes con el proceso de formación, sanación y creación escénica de nuestras aliadas Las Poderosas Teatro.
En el segundo día de trabajo, se realizó el webinario “Estrategias para sortear los contextos de violencias machistas contra las mujeres” con la intervención de nuestra aliada Yren Rotela de Repadis, defensora de los derechos humanos de las personas trans en Paraguay, para contarnos sobre las estrategias que llevan adelante las mujeres trans y travestis para sortear los contextos de simultáneas y complejas situaciones de violencias machistas en los transitan sus vidas. También escuchamos a Kristell Anaid Perla Montes, defensora de los derechos humanos de las mujeres en Honduras, y participante del Programa de Formación, que nos contó del proyecto de investigación social que forma parte “Resiliencia: Mujeres enfrentando la violencia en espacios urbanos y estrategias para abordarlas”.
Acuerpamos las luchas de las hermanas de Guatemala, y seguiremos trabajando para el impulso de los liderazgos de las mujeres en plural, porque estamos convencidas que sin la diversidad de mujeres, ocupando los puestos de toma de decisiones públicas y políticas, no podemos seguir hablando de democracias. Las voces plurales, las cuerpas plurales y las identidades plurales tienen que estar defendiendo sus necesidades e intereses diferenciados para romper la tríada entre racismo, patriarcado y colonialismo.
[author] [author_image timthumb=’on’]https://asuntosdelsur.org/wp-content/uploads/2019/09/LilaMonasterios.png[/author_image] [author_info]Texto y fotos: Lila Andrea Monasterios, Responsable de Comunicación en Asuntos del Sur[/author_info] [/author]
Más de cinco millones de hectáreas de naturaleza han dejado de existir en Bolivia. 28,4% de todo lo que se deforestó entre 2005 y 2018 sería el equivalente a lo que se quemó entre julio y septiembre de este año. Solo en el 2019, hasta el 26 de septiembre de este año.
En lo que se conoce como la Amazonía boliviana, más de dos millones de sus habitantes están carbonizados y desparramados en tierras antes rojizas y ahora cubiertas de ceniza. Los signos de sufrimiento son evidentes: los cuerpos fríos yacen sobre la tierra aún caliente. De aquellos que pudieron escapar, muchos morirán por falta de alimento, los otros tienen traumas. Pocos tuvieron la suerte de la osa bandera Valentina, que al ser rescatada, cayó en un coma profundo. En medio de toda esa destrucción, también está un pueblo ayoreo no contactado y acorralado por el fuego.
La cronología se remonta a décadas de falta de voluntad para convivir en armonía con la naturaleza. Pero es este año cuando se hace evidente que los planes por la preservación de los bosques -firmados en tantos convenios internacionales, como el Acuerdo de París, que Bolivia ratificó en 2017- son solo parte de la letra muerta de tantos otros papeles. Con la aprobación del decreto supremo 3973, el 9 de julio de 2019, se amplía la frontera agrícola y sin preguntar a la población se concreta que:
“ARTICULO 5.- En los departamentos de Santa Cruz y Beni, se autoriza el desmonte para actividades agropecuarias en tierras privadas y comunitarias, que se enmarque en el Manejo Integral y Sustentable de Bosques y Tierra, conforme a los instrumentos de gestión específicos aprobados por la Autoridad de Fiscalización y Control Social de Bosques y Tierra – ABT, y sus Planes de Uso de Suelo vigentes. En ambos departamentos se permite las quemas controladas de acuerdo a reglamentación vigente, en las áreas clasificadas por el PLUS que así lo permitan.”
Quienes se apuraron en manifestar su rechazo a esta medida fueron los indígenas del Comité Defensor de la Amazonía de la cuenca del río Madera, en el departamento de Beni. La tala y quema afectarán todo su trabajo en reforestación y calificaron de mercantilista el decreto, pues se evidenció que no hay un manejo profesional de la naturaleza. Como antecedente, la Red Amazónica de Información Socioambiental Georeferenciada establece que entre el 2005 y 2018, la Amazonía boliviana perdió 18,7 millones de hectáreas.
La sociedad prende chispa
Pero no es hasta la segunda semana de agosto que la población en general se termina de enterar que este año los “chaqueos”, como se conoce a las quemas controladas en Bolivia, no son las que se acostumbra. Si bien ya estaba normalizado estar rodeados de humo en esta época, los pedidos de auxilio de las comunidades aledañas del territorio afectado, las alertas del Centro de Operaciones de Emergencias Departamental y los animales que inesperadamente llegan a la ciudad de Santa Cruz, son cada día mayores. Es entonces cuando una densa capa de humo cubre la ciudad, cuyo himno tiene paradójicamente la frase “bajo el cielo más puro de América”.
Desde el 13 de julio se sabe que el 46% de Santa Cruz está en peligro crítico por el fuego. El 8 de agosto, el alcalde de San José de Chiquitos, Germaín Caballero pide que se declare emergencia para gestionar ayuda internacional. Para el 13 de agosto Roboré se declara en desastre: 25 mil hectáreas quemadas parecen ser lo suficientemente impresionantes para llamar la atención del Gobierno central. Las acciones que se toman a nivel nacional, como el freno de las autorizaciones de quema controlada que otorga la Autoridad de Fiscalización y Control Social de Bosques y Tierra (ABT), no tienen ningún resultado.
Es recién el 19 de agosto que el presidente de Bolivia, Evo Morales, visita la zona y aunque declara que “hay que ser sinceros, no les voy a mentir, a ver si podemos apagar el fuego según la información es mucho”. Sin embargo, resalta que no es necesaria la ayuda internacional, pues, «el país está preparado». Aunque en ese momento solo se cuenta con dos helicópteros Bambi Bucket. A nivel nacional, empiezan las protestas, la agenda de medios toma el evento como el más relevante: cifras, datos, declaraciones, la temporada preelectoral parece estar en pausa.
El 20 de octubre, Bolivia elegirá a su presidente y este desastre se interpuso en la carrera
A la región de la Amazonía boliviana que se encuentra en Santa Cruz se la conoce como Chiquitania. Más al sur, como Chaco y Pantanal. El bosque seco chiquitano es el punto intermedio del degradé de árboles como las palmeras que lentamente se van cruzando con los burupaus, propios del Chaco, que se expande hasta Paraguay. Hacia el lado de Brasil está el Pantanal, hogar de la casi extinta paraba azul y una de las mayores zonas húmedas del mundo, que nutre las aguas del rio Paraguay.
Solo en Santa Cruz la destrucción representa 3,1 millones de hectáreas, más del 40% se tratan de áreas protegidas.
La sociedad parece estar dividida en este tema: desde el oficialismo se apunta a opositores y activistas como responsables. Incluso varias autoridades acusaron a chilenos, brasileños y menonitas. Activistas acusan al Gobierno que, con las leyes 741 y 1098, además de los decretos supremos 3874 y 3973, avala las prácticas de destrucción de la naturaleza. El presidente defiende a los pequeños chaqueadores, porque «de algo deben vivir» y dice que el desarrollo es primero. La oposición aprovecha el tema para decirle que Bolivia Dijo No a su cuarta candidatura. Para el resto, es como si el incendio no tuviera que ver con ellos.
Contener el espíritu
El luto que dejaron los siete bomberos fallecidos durante los incendios en Bolivia reveló que, por un lado, nuestra sociedad es solidaria siempre y, por otro, que haber participado de esta titánica tarea dejará consecuencias a muchos. Por eso, consta como uno de los pedidos en la recién creada Coordinadora Intersectorial en Defensa de la Naturaleza y los Pueblos, que se les otorgue un seguro de salud, pues la inhalación de monóxido de carbono, entre otras cosas, puede causar daños en su salud.
Pero también hay que pensar en el costo psicológico de nuestra sociedad. ¿Quién dará la contención necesaria? Mónica Negrete, egresada en veterinaria y voluntaria lamentaba no tener tiempo para entristecer por la muerte de sus amigos bomberos, porque el fuego continúa y los animales siguen en riesgo.
Todos aquellos que ingresaron a las zonas, con o sin experiencia, están condenados a recordar de por vida las imágenes de devastación, el silencio de la tragedia, el manto blanco de la ceniza, el rojo vivo del fuego al lado del camino, el olor a humo impregnado en el cuerpo, la lluvia sombría con restos de árboles: la muerte, en alguna medida, de nuestro espíritu.
Última parada: El gran refugio
Una pequeña voz surge en Ñembi Guasu, el área protegida más joven de Bolivia.En medio de la vorágine de acusaciones, reclamos y protestas, desde Roboré -que se convirtió en el centro de operaciones gubernamental para dirigir las acciones-, se determina que las zonas con gente serán las prioritarias.
Ñembi Guasu, entonces, queda relegada como si se tratara de un monte sin vida. Sin embargo, gente del Gobierno Autónomo Guaraní Charagua Iyambae (GAIOC), junto con el Centro de Investigación y Promoción del Campesinado (CIPCA) y Naturaleza, Tierra y Vida (Nativa), entre otros, toman este territorio como su prioridad.
En guaraní, Ñembi Guasu significa «Gran Refugio».
Adhemar Flores, legislador de la GAIOC y miembro de la comisión de Recursos Naturales, Tierra y Territorio, cuenta que la falta de equipo y logística es lo que demora sus acciones de contingencia. Más adelante, vendrá la etapa de restauración, aunque prevé que la mayor amenaza serán los avasallamientos que tienen por aliados a los del Instituto Nacional de Reforma Agraria (INRA), que a pesar de saber que es una área protegida, siguen entregando títulaciones. Flores ya tuvo que enfrentarse y sacar a gente que se estaba asentando en la zona.
De quienes no se sabe nada es de los ayoreos no contactados.
A pesar de existir diferentes legislaciones como el Decreto Supremo 24122, en el que “se garantizan y aseguran los derechos de subsistencia básica y actividades de transhumancia, recolección y manejo del hábitat de las familias ayoreo de nómadas no contactados” o el Decreto Supremo 1286, que señala que “las naciones y pueblos indígena originarios en peligro de extinción, en situación de aislamiento voluntario y no contactados, serán protegidos y respetados en sus formas de vida individual y colectiva”, el rastro de estas vidas parecen ni cruzarse por la cabeza de quienes gestionan la ayuda «humanitaria».
Esta es la mayor preocupación de Jose Picanderai, un ayoreo de la comunidad Urucú, que entró hasta donde se hacían las exploraciones con drones en Ñembi Guasu para buscar algo de atención.
“Mis hermanos están ahí y estamos preocupados por que en las imágenes del satélite hemos visto que el fuego está en su zona”.
Cuando dice «su zona», se refiere a los hitos entre el 4 y 6 del lado boliviano, aproximadamente, desde el sur de Santa Teresita y la comunidad Nueva Jerusalén, hacia el parque Kaa Iya.
Sabe que no están en Paraguay, porque allá hay protocolos y gente que los monitorea, además de que allá los ganaderos cierran sus terrenos, mientras que en Bolivia quedan abiertos.
“Ellos no saben cómo protegerse, he pedido ayuda al Ejército, he escrito cartas al alcalde de Roboré. Quiero hacer un reconocimiento aéreo porque de día se los puede ver cuando están cocinando, pero no me hacen caso, dicen que no hay gente aquí, pero está nuestra huella. Ancestralmente este es nuestro territorio”, ruega José y explica que sus «hermanos» son nómadas y que, seguramente, irán a tierras elevadas donde no llegue el fuego. Pero la tristeza de la devastación los invadirá inevitablemente y los afectará de manera directa, porque sus fuentes de alimento mermarán.
Ellos, a diferencia de nosotros, cazan para el día, sacan la miel para el día.
Ante la falta de protocolos y conocimiento general, recomienda no acercarse a ellos, no hay que seguirles ni gritarles por que eso sería tomado como una provocación y les pueden defenderse a flechazos.
Rebeca Chiqueno, de la Central Ayorea Nativa del Oriente Boliviano (CANOB), reconoce que existen indicios para saber que están por ahí. Hace un par de meses, cuando su hijo entró a cazar, los escuchó gritando, además de ver sendas abiertas donde están sus huellas. También está preocupada por esta situación y espera al encuentro de emergencia que habrá en octubre entre Bolivia y Paraguay, para saber como proceder en este tema.
Desde la CANOB en Bolivia y UNAP en Paraguay están demandando a las respectivas autoridades coordinar con sus organizaciones para generar acciones y garantizar los derechos humanos fundamentales del pueblo ayoreo, pues sus sistemas de supervivencia para alimentarse de las raíces, miel, insectos y animales han sido destruidos y señalan que se sienten amenazados por el agronegocio.
Responsabilizan a las autoridades de ambos países y exigen la sanción de los culpables. “¿qué será de ellos, viven aún?” cuestiona su comunicado.
“Los servidores públicos del nivel central del Estado, de las entidades territoriales autónomas y la sociedad civil, tienen el deber de hacer cumplir los derechos de los titulares de la presente Ley, bajo responsabilidad administrativa, civil y penal”, dice el artículo 5 de la ley 450 de Protección a Naciones y Pueblos Indígena Originarios en Situación de Alta Vulnerabilidad del 4 de diciembre de 2013.
En la misma, se anuncia la creación de la Dirección General de Protección a Naciones y Pueblos Indígena Originarios (DIGEPIO). Hasta este año, esta oficina no existe. Como tampoco se sabe de protocolos bolivianos ni proyecto de sensibilización.
¿Qué pasaría si en medio del desastre bomberos voluntarios se encuentran con ellos? ¿Saben que nuestra ropa tiene bacterias que pueden enfermarlos? ¿Saben que son hostiles y que no hay que intentar establecer comunicación?
¿Qué será de ellos, viven aún? Ninguna autoridad se ha manifestado al respecto de los no contactados, pareciera que los decretos y leyes son, de nuevo, letra muerta en los documentos que se firman en el «intento» de hacer bien las cosas.
Llegada la hora, cuando es necesario implementarlas, el camino se desvía.
Habría que rescatarnos como a la osa Valentina, quien después de su coma despertó y muestra mejorías. Nunca será la misma de antes, pero por lo menos se le dio una nueva oportunidad para continuar con su vida.
En la agenda patriótica del Gobierno constan las grandes exploraciones en busca de combustibles fósiles, construcciones de megaproyectos, exportación de carne masiva, venta de etanol, que nada tienen que ver con los derechos de la madre tierra.
Mientras el modelo de desarrollo extractivista bolivianos -que se basa en la propiedad privada de los recursos y su extracción en grandes cantidades, mercantilizando a la naturaleza para fortalecer la economía internacional provocando consecuciones territoriales- continúe como regla, los habitantes de los últimos refugios naturales irán migrando, desapareciendo, escapando o muriendo.
Los incendios en la Chiquitanía y el Chaco boliviano las afectan particularmente. El desastre natural, la quema de cultivos y la contaminación del agua no les permiten cumplir con los roles de género y el sistema de cuidados que les impone el patriarcado. Por eso, más allá de sufrir el fuego en carne propia, la mayoría se lamenta por sus familias. Cuando el fuego se apague, las mujeres saben que los hombres se irán a trabajar a la ciudad y ellas quedarán solas en el territorio con sus niños y niñas.
Las mujeres indígenas sufren una doble opresión: por ser mujeres y por ser indígenas. Junto a las afrodescendientes son el ejemplo más claro de cómo el racismo, el patriarcado y el colonialismo se entrecruzan para mostrarnos la cara más perversa de la modernidad.
En el caso de los incendios, el principal problema pasa por el sistema de cuidados: el patriarcado ha impuesto a las mujeres el rol de cuidadoras de las infancias, de la tercera edad y de las personas enfermas. Es decir, un trabajo que no es ni pago ni reconocido por la sociedad. En circunstancias de desastre natural, estas tareas se ven imposibilitadas de cumplir: mientras los hombres van a apagar el fuego, las mujeres se quedan en la casa y no pueden ni obtener el agua y los alimentos para la familia ni cuidar de los animales domésticos.
Un segundo conflicto es cuando el fuego afecta a las plantaciones en donde las mujeres recogen los alimentos para el hogar y las materias primas para las manufacturas que realizan de modo colectivo. Dado que uno de sus principales problemas es la independencia económica, cuando se afectan los recursos naturales de donde producen su sustento, se afecta también su libertad.
En su recorrida por la Chiquitanía boliviana, la Directora Regional del Centro de Estudios Jurídicos e Investigación Social (CEJIS), Daniela Vidal, ha seguido de cerca las consecuencias del fuego en los bosques bolivianos: “Los incendios afectan a la economía del hogar, la alimentación y la salud: cuestiones que recaen sobre la responsabilidad de las mujeres. Cuando las indígenas producen recursos, los ingresos se distribuyen con todos los integrantes de la familia y se destina a las tareas de cuidado que son las asignadas por los roles de género. No suele pasar lo mismo con la figura masculina que destina solo una parte de sus ingresos a la familia”.
De este modo, se reproduce lo que explica la antropóloga Rita Segato en su ensayo Género y colonialidad: del patriarcado comunitario de baja intensidad al patriarcado colonial moderno de alta intensidad: confinada al espacio doméstico, la hegemonía del espacio público apropiado por los hombres como lugar de deliberación y toma de decisiones relegó a la mujer a una esfera privada carente de intervención pública. En el fondo, esta jerarquía de espacios propia de la irrupción del patriarcado eurocéntrico, significó una ruptura ontológica en la mujer. La desigualdad de esferas significa una desigualdad de género. Al mismo tiempo, el hombre indígena oprimido por el blanco fuera de la aldea, será empoderado al interior de la misma.
Si bien siempre existió una jerarquía previa a la conquista europea, un “patriarcado de baja intensidad” en términos de Segato, esta diferencia se radicaliza con la intrusión colonial que toma a los hombres indígenas como interlocutores privilegiados y “domestica” a las mujeres. “Los vínculos exclusivos entre las mujeres, que orientaba a la reciprocidad y a la colaboración solidaria tanto ritual como en las faenas productivas y reproductivas, se ven dilacerados en el proceso del encapsulamiento de la domesticidad como ‘vida privada’. Esto significa, para el espacio doméstico y quienes lo habitan, nada más y nada menos que un desmoronamiento de su valor y munición política, es decir, de su capacidad de participación en las decisiones que afectan a toda la colectividad”, concluye Segato.
Entre los roles de género y la participación política
La Confederación Nacional de Mujeres Indígenas de Bolivia (CNAMIB) reúne a las indígenas de tierras bajas (como se denomina al Oriente boliviano cuya altura promedio es de 500 metros sobre el nivel del mar) y su misión es promover la participación activa de las mujeres en las decisiones políticas. Sacarlas de la esfera doméstica para repolitizarlas en la esfera pública. Su presidenta, Wilma Mendoza Miró, explica que la mujer indígena comienza a ser discriminada cuando exige sus derechos dentro del mismo entorno familiar. A participar de la toma de decisiones como lideresas, la marginación se vuelve a repetir: “Venimos de una cultura en la que el jefe del hogar tiene que ser el hombre y en tu familia misma te discriminan por nacer mujer. También somos discriminadas como dirigentas porque la mayor parte son varones. Entonces se ríen de lo que una dice por más que sea una buena propuesta. Es una lucha constante para demostrar que nuestras ideas son buenas”. La misma discriminación se hace presente una vez más cuando la mujer indígena sale del territorio y en la ciudad la miran despectivamente por no tener el mismo nivel educativo que las mujeres urbanas.
En este momento, Mendoza Miró se encuentra en la Chiquitanía, una de las regiones más afectadas por el fuego, encabezando una vigilia que reclama el apoyo del gobierno nacional. La dirigenta pone en palabras cómo sufren el incumplimiento del cuidado de sus familias: “Las mujeres están sufriendo más los incendios que los hombres porque tienen que preparar el alimento todos los días para sus familias. Además, toda el agua está yendo a los ganados, pero no a los chanchitos, gallinas y conejos que forman parte de nuestra alimentación”.
La lideresa cuenta que, con la sequía, las chiquitanas también perdieron el maíz para alimentar los animales menores y se vieron obligadas a salir de sus comunidades para pedir ayuda en la ciudad: “Eso no nos gusta porque en nuestra casa grande tenemos todo: es nuestro mercado. A nosotras nos da vergüenza pedir ayuda, pero lo que está ocurriendo nos obliga. Se están perdiendo vidas: no solo humanas. La flora para nosotras es muy importante. Por eso hablamos de la biodiversidad y del equilibrio con el entorno. La naturaleza nos necesita y nosotros a ella. La mujer indígena está sufriendo mucho”.
Leticia Resamano Enríquez es la técnica especializada en género del Centro de Investigación y Promoción del Campesinado (CIPCA), una de las organizaciones que más ha acompañado las luchas y el desarrollo rural desde su fundación en 1970 bajo la iniciativa de tres jesuitas. Actualmente, la institución busca fortalecer los liderazgos de los jóvenes y las mujeres en la primera autonomía indígena del Estado Plurinacional de Bolivia: la Autonomía Guaraní Charagua Iyambae.
La especialista cuenta que las dificultades de las guaraníes están relacionadas con la influencia de la cultura patriarcal y los roles de género, tanto en la participación política como en la independencia económica: “Para las mujeres indígenas, el patriarcado opera más fuerte por los roles que se asumen. Se cree que deben estar en la casa y sufren una doble discriminación por ser mujeres e indígenas. A veces se suma también si eres joven. No podemos comparar la opresión a la mujer urbana con la mujer rural e indígena, la cual se reproduce tanto afuera como adentro de la comunidad”.
Resamano Enríquez explica que en las regiones donde más ha durado la explotación colonial, el liderazgo de las mujeres está más adormecido por los efectos de la conquista. En las autonomías, las mujeres han asumido un rol muy importante en la construcción y la consolidación de los procesos. Aún así, en las mayorías de las carteras las mujeres siguen siendo relegadas a los puestos más bajos.
Otro conflicto surge con la reacción de los hombres. “Cuando hablamos de género, los hombres guaraníes nos dicen que les metemos cosas en la cabeza a las mujeres”, sonríe la técnica mirando de reojo a un señor que se hace el desentendido con el comentario. En principio, los varones se muestran a favor de que las indígenas participen políticamente, pero cuando llega el momento de la elección la mayoría de los puestos son ocupados por hombres. Nada muy diferente a lo que ocurre en los partidos políticos y sindicatos occidentales.
El Territorio Indígena Monte Verde: el temor por el cusisal y el problema de la sequía
El Territorio Indígena Monte Verde, ubicado en la Chiquitanía boliviana, comprende un área de 974.447 hectáreas y es uno de los más afectados por los incendios. El pueblo chiquitano señala que la expansión de la frontera agrícola, el desmonte y las quemas, combinadas con la helada y la sequía, son las responsables del fuego que ya se comió a más de 224.000 hectáreas de su territorio y afectó a 35 comunidades.
La secretaria de Género de la Central Indígena Paiconeca, Albertina Flores Mancilla, recorrió las comunidades afectadas y colaboró con la evacuación de los niños y niñas. La joven dirigenta explica que la helada quemó las plantaciones de maíz, plátano y yuca con los que las mujeres indígenas alimentan a sus familias. La lideresa chiquitana sostiene que el incendio agravó la situación que viven diariamente: “Muchas veces el varón se va de las comunidades en busca de trabajo y quedamos solas con nuestros hijos. Las mujeres indígenas somos las que más sufrimos en las comunidades. Más allá de la quema de cultivos, tenemos que salir a buscar agua para tomar y, como nuestros chacos [porción de tierra destinada a la agricultura] quedan lejos de los centros urbanos, tenemos que encontrar soluciones sin poder pedir ayuda inmediata”.
Por su parte, la presidenta de la comunidad Virgen de Urkupiña, Carmen Lourdes Herrera Rodríguez, explica que su territorio ha sido muy afectado y todos los comunarios sufren el desastre natural. La preocupación por la falta de agua vuelve a estar presente: “Nosotros teníamos un pequeño chorro de agua que pasaba por la comunidad, pero con la sequía ya no existe. Nos quedamos sin agua nosotros y los animales. Hasta el momento se nos murieron dos vacas por falta de pasto”.
En la comunidad Palestina, el fuego amenaza la independencia económica. La Asociación de Mujeres 1° de Mayo está preocupada por su emprendimiento colectivo de plantaciones de cusi: de las semillas de las palmeras extraen un aceite amarillo similar al aceite de coco que usan para hacer cremas y shampoo. “Si se quema el cusisal no podemos realizar los productos y no tenemos para sustentar a la familia. Somos mujeres que damos todos los días la cara por nuestros hijos y pedimos ayuda porque el fuego ya va a llegar a la zona donde hacemos la recolecta del cusi. Estamos preocupadas”, explica una de las integrantes de la asociación.
En el Territorio Indígena Monte Verde, las mujeres chiquitanas sufren la crisis del sistema de cuidados y los efectos del desastre natural: como madres, piensan en cómo afectará el incendio la salud de sus hijas e hijos, mientras que, como indígenas, se preocupan por el bosque y qué comerán los animales silvestres.
La Autonomía Charagua Iyambae: la contaminación y los parques nacionales
Al igual que en Monte Verde, las mujeres guaraníes de la primera autonomía indígena del Estado Plurinacional de Bolivia también están desarrollando sus iniciativas productivas que les otorguen independencia económica. En la capitanía de Parapitiguasu, tienen sus cajas de abejas y transforman la miel: hacen shampoo, jabón, cremas y jarabes. También trabajan la semilla de la flor del ñetira con la que producen cremas de enjuague y, realizan canastas y tejidos. En Charagua Norte, fabrican láminas de cera para la producción de miel. Lo que falta trabajar es la comercialización. Otros emprendimientos como las huertas comunales son muy eficientes, pero no se visibiliza su efecto: si bien disminuyen los gastos en la canasta familiar, como lo producido no se vende, su aporte no es valorado por los hombres.
Frente al avance del fuego, Resamano Enríquez comenta que los incendios están lejos de sus viviendas y la preocupación no pasa por las pérdidas económicas, sino por cómo afectan a la naturaleza: “Las mujeres tienen miedo por el tema ambiental y la contaminación de las aguas subterráneas que, de algún modo, a la larga las van a afectar. Están esperando la lluvia. La Madre Tierra está muy arraigada al nivel cultural porque a las mujeres guaraníes siempre se las ha considerado como seres espirituales y de conexión directa con la naturaleza”.
Marta Morales es asambleísta de Parapitiguasu y señala que los focos de fuego son muy grandes: “Como mujer y madre de familia puedo decir que es bien lamentable para nosotras que nuestros bosques lleven ardiendo más de un mes. Se están quemando nuestra fauna, aves, animales silvestres y recursos naturales. La situación es muy crítica”. En este momento, su preocupación está en los Parques Nacionales Kaa-Iya y Otuquis, y el Área de Conservación Ecológica Ñembi Guasu: todos ubicados dentro de la autonomía de Charagua.
Morales señala que reforestar lleva mucho tiempo y que no es lo mismo que el árbol nativo. La situación se agrava cuando ya son más de un millón de hectáreas quemadas. “Nuestros animales silvestres: ¿cuánto se ha perdido y cuánto nos va costar ver cuántos quedaron? Como madre me preocupa y pienso que mis hijos deberían conocer estas áreas protegidas y ver qué tenían. Ya no lo van a conocer. Ni lo van a palpar. Le pedimos a Dios y a la naturaleza que nos derrame su bendición y llueva porque ese va a ser el final de la quema”, concluye la referenta ante el deseo de que sus hijos conozcan el territorio.
En Ñembi Guasu y Otuquis, viven en aislamiento voluntario varias familias de los ayoreos no contactados. No se sabe cuántos. Hace tan solo dos meses hubo avistamientos de sus rastros. Con el avance de los incendios, se teme que sean acorralados por las llamas que a veces superan los 25 metros de altura.
La secretaria de género de la Central Ayoreo Nativa del Oriente Boliviano (CANOB), Rebeca Chiqueno, afirma que están preocupados porque no se sabe dónde se encuentran los ayoreos no contactados: “Las mujeres ayoreas son muy valientes. Salen a cazar y tradicionalmente son tejedoras: usan la hoja de garabata, pero cada vez es más difícil conseguir la plata para seguir realizando esta práctica. En el contexto urbano es la mujer ayorea quien administra los recursos de la familia: los esposos salen a trabajar, pero siempre el dinero se entrega a la mujer y es ella la que hace la distribución”.
Ñembi Guasu en guaraní significa “el gran escondite” o “el gran refugio”, y es así como lo siente Rocío Rúa, una mujer indígena guaraní que llegó desde el municipio de Camiri: “Alguna vez vimos esto con vida. Es normal que sea un área seca porque somos del Chaco. Hay sonidos del ambiente que te manifiestan que hay vida ahí. Sentir este silencio del viento, es desolador”. Isapi, su nombre en su lengua materna, pisa el suelo aún caliente tras un incendio que recién se apagó. Los abuelos le enseñaron sus creencias espirituales y, por qué es importante mantener las raíces para preservar y mantener la vida de estos lugares. “La noche que llegué sentí todo apagado, tuve sueños extraños, tuve miedo”, comenta con ansiedad, sabe que se están perdiendo las líneas de conexión entre lo espiritual y el territorio, y eso es algo que la entristece.
Los guaraníes cuentan que los verdaderos dueños de la tierra son los espíritus que la protegen. No es necesario ser indígena para creerlo, en el parque Kaa-Iya se dice que no ha entrado el fuego, porque su Iya (“amo mítico del monte”, en guaraní) lo custodia y resguarda de los incendios. El territorio está vivo porque ahí se sigue viviendo la conexión entre humanos y naturaleza que enseñan los abuelos. Las mujeres indígenas viven este vínculo de un modo particular, forma parte de su cultura, y por eso sufren por la flora, la fauna y la tierra arrasadas.
Después del fuego
Los incendios en el Estado Plurinacional de Bolivia han consumido más de 4 millones de hectáreas. En esos bosques devorados por las llamas, los pueblos indígenas en general y las mujeres en particular padecen la destrucción de la flora y la fauna: allí está su cultura, su espiritualidad y su sustento.
Al igual que las mujeres urbanas, las indígenas sufren el patriarcado dentro del territorio. Pero a diferencia de ellas, también deben convivir con el racismo cuando salen de la comunidad. Es una doble opresión propia de la colonialidad del poder y la creación de la categoría de “raza” como mecanismos de dominación, inexistentes antes de la conquista de América.
Frente al fuego, las mujeres no pueden cumplir con el sistema de cuidados: una estuctura propia del patriarcado que las obliga a hacerse responsables de las infancias, la tercera edad y las personas enfermas. De este modo, ante la falta de agua potable y alimentos, los testimonios de las mujeres chiquitanas y guaraníes mencionan constantemente a sus hijos e hijas. En algunos casos, también hacen referencia al temor de que las llamas afecten a sus emprendimientos productivos que les permiten su independencia económica.
Sin embargo, cuando el incendio se apaga, los problemas continúan. El sufrimiento no solo está en el presente, sino en el futuro. “La ayuda durará tres meses. Pero en un momento se va a acabar. ¿Qué va a pasar después?”, se pregunta Vilma Mendoza que sabe que la asistencia y las donaciones tienen un límite. Mientras tanto, las mujeres indígenas se van preparando para los próximos meses: los hombres van a dejar las comunidades para salir a buscar trabajo en la ciudad y ellas quedarán solas en los territorios con sus niños y niñas.
* Damián Andrada es investigador de IWGIA y ORE, magister en Ciencia Política y Sociología, y docente de periodismo, comunicación y epistemología en USAL, UMSA y FLACSO.
* Lila Andrea Monasterios es documentalista y periodista boliviana, maestranda en derechos humanos y política social en la UNSAM, responsable de comunicación en Asuntos del Sur.
* Editora de género: Luciana Mignoli es periodista, docente e investigadora especializada en feminismos y pueblos indígenas.
Licenciada en Ciencia Política (Universidad de Buenos Aires, Argentina), Magíster en Derechos Humanos y Democratización en América Latina y el Caribe por la Universidad Nacional de San Martín (Universidad Nacional de San Martín, Argentina) y maestranda en Ciencia Política (Universidad Torcuato Di Tella, Argentina). Me desempeño como investigadora en el Observatorio Electoral de la Defensoría del Pueblo de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, docente universitaria y consultora independiente. Miembro de la Red de Politólogas #NoSinMujeres. Líneas de investigación: participación política de las mujeres y diversidades, gobernanza electoral y nuevas tecnologías para la participación política.
Mi nombre es Bruno, soy de Rio Cuarto, Córdoba. Me desempeño laboralmente como desarrollador web, especializado en Wordpress y Javascript. Actualmente estoy estudiando PHP y React. Me gusta mucho viajar y andar en bici 😁
Migrante colombiana viviendo en Buenos Aires hace más de 6 años. Estudié Ciencias Políticas y estoy realizando mi tesis de Maestría en Intervención Social. Investigo y trabajo en políticas urbanas, especialmente en barrios populares, me gusta pensar y hacer talleres participativos y disfruto mucho el trabajo en equipo. Practico y oriento prácticas de vinyasa yoga y amo bailar salsa.
Lic. En Comunicación Social (UBA). Máster en Comunicación, Cultura y Ciudadanía Digital (Universidad Rey Juan Carlos y Media Lab Prado, Madrid) especialista en procesos de innovación democrática, gobierno abierto y comunicación política, con más de 10 años de experiencia en investigación, diseño y ejecución de políticas de gobierno abierto y estrategias de comunicación política.
Actualmente, está estudiando Relaciones Internacionales. Le gusta entrenar, leer y adora aprender cosas nuevas. Su estación favorita del año es el invierno y le gustan los dulces y postres.
Vive en San Martín (Buenos Aires) y tiene 21 años. Es estudiante de la Lic. en Relaciones Internacionales en la Universidad Nacional de San Martín y se encuentra realizando su trabajo de tesis sobre el modelo de desarrollo sostenible que presenta y defiende el Acuerdo de Escazú, en el marco de los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Se suma a Asuntos del Sur motivada por adquirir conocimientos sobre cómo se lleva a cabo un proyecto a nivel regional y conocer sus dinámicas.
Maia tiene 22 años y es franco-argentina. Es ex estudiante de cine y actual estudiante de Ciencia política en la UNSAM. Amante de la fotografía. Dedica su tiempo libre a entrenarse para correr carreras.
Vive en Reconquista, Santa Fe, pero es originario de Buenos Aires. Tiene 25 años y es estudiante de la Licenciatura en Periodismo en la Universidad Siglo 21. También estudió Programación en la UTN.
Estudiante avanzada de la Licenciatura en Relaciones Internacionales en la Universidad Nacional de San Martín. Se encuentra cursando las últimas materias de la carrera y redactando la Tesis de Investigación. Se confiesa muy emocionada de ser parte de Asuntos del Sur para experimentar este nuevo desafío.
Artista y gestora cultural. Magíster en Mediación Cultural (Universidad Nouvelle Sorbonne Paris 3). Doctoranda en Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales de la Universidad Complutense de Madrid. Trabajó como asesora de despacho de la Gobernación de Nariño y de la Alcaldía de Cartagena, Colombia, en la implementación de procesos de innovación pública.
Magíster en Ciencia Política por la Universidad Torcuato Di Tella (UTDT) y Licenciada en Ciencia Política por la Universidad de Buenos Aires (UBA). Ha trabajado como consultora e investigadora para organismos internacionales, gubernamentales nacionales y Think Tanks nacionales e internacionales.
Politólogo de la Universidad de Buenos Aires, Máster en Mercados e Instituciones del Sistema Global y PhD en Políticas e Instituciones de la Università Cattolica del Sacro Cuore di Milano (Italia). Activista por los derechos de las personas LGTBI y docente de postgrado en la Universidad de Lanús (Argentina) y en la Alta Escuela de Economía y Relaciones Internacionales (Italia). Sus áreas de especialización son la integración regional latinoamericana, la geopolítica energética y las políticas públicas con enfoque de derechos.
Peruana, Coach Ontológico Profesional con especialización en educación emocional y estudiante del último año de la carrera de Relaciones del Trabajo – UBA. Trabaja como coach facilitando capacitaciones para emprendedores y negocios. Como pasatiempo, disfruta leer, hacer yoga y trekking y viajar.
Argentino, politólogo (UBA) e investigador en cuestiones de género y seguridad (ILSED). Amante de los viajes, los idiomas y el intercambio cultural.
Oriunda de Río Negro. Estudiante de Relaciones Internacionales en la Universidad Nacional de San Martín, con tesina en proceso. Además, participa en asociaciones civiles de base comunitaria. En su tiempo libre, juega para uno de los equipos deportivos de la UNSAM.
Estudiante de Relaciones Internacionales en la UNSAM y Coordinadora General en Soft Power, un think tank de relaciones internacionales. Interesada por las cuestiones relativas a la vinculación entre el género y el libre comercio
Estudiante de Relaciones Internacionales en la UNSAM. Le interesan las cuestiones de género y desplazamiento forzado. Como pasatiempo, la literatura y el cine.
Estudia Ciencias Políticas (UNSAM) con tesina en proceso. En paralelo, estudia Relaciones Internacionales en la misma casa de estudios. Además, trabaja en la Fundación Metropolitana haciendo desarrollo institucional y contenidos y escribe informes sobre Ambiente en Politeia.arg. Como hobbie, dedica tiempo a danza jazz y comedia musical desde hace varios años, como también a talleres de lectura sobre diferentes temáticas.
Nació y creció en Bogotá (Colombia). En 2011 emigró a Argentina para continuar sus estudios. Actualmente, está cursando la Licenciatura de Relaciones Internacionales.
Es estudiante de Ciencias Políticas y Profesorado Universitario en Ciencia Política (UNSAM). Disfruta mucho viajar y le gusta leer, cocinar y hacer deporte.
Licenciada en Relaciones Públicas e Institucionales con una Maestría en Comunicación Política (Austral). Fue Directora Nacional de Relaciones Institucionales del Ministerio de Salud de la Nación y se especializó en el Ceremonial y Protocolo. Ama el running y viajar.
Actualmente cursando la Tecnicatura en Administración de Gestión y PyMEs y la licenciatura en Comercio Internacional. Atleta trans, fanática del ciclismo y activista de la inclusión deportiva.
Finalizando la Licenciatura en Comunicación Social con orientación en opinión pública y publicidad en la UBA. Becaria de la Nueva Escuela de Diseño y Comunicación. Se encuentra vinculada con las ONG desde el 2017.
Licenciada en Comunicación Social, experiencia de trabajo en OSC y en el Estado en temática de políticas públicas enfocadas en hábitat. Especializada en el diseño de metodologías participativas, facilitación de talleres, coordinación de grupos y acompañamiento en los procesos de diseño e implementación de proyectos. Docente de teatro en nivel secundario y actriz.
Lic. en Ciencia Política (UCA). Trabajó en el sector privado para diferentes multinacionales, en Escuelas de Negocio y tiene, además, experiencia en la función pública. Es docente universitario y secundario.
Jennifer Cyr es profesora asociada e investigadora de ciencias políticas y de los estudios latinoamericanos en la Universidad de Arizona. Además de estudiar la representación política y la democratización en América Latina, escribe sobre los métodos cualitativos y mixtos y el uso de los grupos focales en las ciencias sociales.
Directora de Arte e Ilustradora independiente. Artista autogestiva. Miembro activo de MEP (Mujeres en Publicidad), un colectivo de mujeres en busca de una industria publicitaria con perspectiva de género. www.jotaschneider.com
Lic. en Relaciones Públicas y Cs. de la Comunicación. Comunicadora en Bachillerato Popular Travesti Trans Mocha Celis. Activista por los DDHH LGBTIQ+. Transfeminista.
Politóloga por la UCB de La Paz con especialización en Gestión Equitativa por la USMP, Lima. Diplomada en IAP y Educación Superior. Trabaja en investigación, derechos políticos de las mujeres, paridad y alternancia, prevención de violencia contra las mujeres y presupuestos sensibles al género.
Dentro del tercer sector desarrolló todo tipo de tareas, profesionalizándose en la gestión humana y de comunidades de personas. Trabajó en temas relacionados a la educación, los derechos civiles y la responsabilidad social empresaria. Estudia idiomas y turismo para poder seguir relacionándose con personas de todo el mundo.
Licenciada en Comercialización. Ha prestado sus servicios como asistente de gestión académica del Programa Colegio de las Américas – COLAM de la Organización Universitaria Interamericana – OUI. Apoyo a los procesos de convocatoria, registro de estudiantes, monitoreo de inscripciones y pagos, coordinación del proceso de certificación y diplomación y producción de informes administrativos.
Periodista de Medellín, Colombia y estudiante de la Maestría en Comunicación y Criminología de la Universidad Nacional de La Plata. Trabaja en temas relacionados con la memoria histórica, la violencia y los derechos humanos. Participa en procesos de periodismo ciudadano por la memoria, así como en investigaciones sobre el mismo tema. Ha sido docente de la Facultad de Comunicaciones de la Universidad de Antioquia.
Licenciada en Relaciones Internacionales (UCC); Técnica en Responsabilidad y Gestión Social (Universidad Siglo 21); Especialista en Políticas Públicas para la Igualdad en América Latina (CLACSO y FLACSO Brasil) y Magíster en Derechos Humanos y Políticas Públicas (UNED España). Se desempeña en los ámbitos de la cooperación internacional, el desarrollo institucional y la docencia.
Argentina. Lic. en Relaciones Internacionales (Universidad Católica de Córdoba). Maestranda en Gestión Ambiental del Desarrollo Urbano (Universidad Nacional de Córdoba). Con experiencia en la coordinación y facilitación de talleres presenciales en América Latina, en tutorías de programas de formación virtual, y en el diseño de metodologías y la creación de plataformas colaborativas.
Licenciada en Ciencia Política por la Universidad de Buenos Aires, con una maestría en curso de Ciencia Política por la Universidad Torcuato Di Tella. Su trabajo se concentra en los derechos reproductivos de las mujeres y la participación ciudadana.
Abogada experta en violencia de género por la Comisión Nacional de Justicia de Género de Venezuela – TSJ y Magíster en Docencia para Educación Superior, Diplomada en Innovación Política, Derechos Humanos y Procesal Penal. Trabajó en el Poder Judicial en la competencia de Delitos de Violencia contra la Mujer en el Estado Zulia, Venezuela. Embajadora de Venezolanas Globales en Argentina; forma parte de la Red de Mujeres de Amnistía Internacional Venezuela y de la Red Feminista del Estado Zulia.
Licenciado en Ciencia Política de la UBA, con un amplio recorrido en comunicación digital y campañas políticas. Con formación en diseño audiovisual por su vocación para contar historias. Colaborador de la Federación Internacional de Racquetball.
Licenciada en Administración Gubernamental y Políticas Públicas por la Universidad de Guadalajara con especialización en temas de participación ciudadana, innovación política y combate a la corrupción. Actualmente es Maestrante en Politicas Públicas con enfoque en Gobiernos Locales y Rendición de Cuentas. Especialista en estrategias y herramientas de incidencia y construcción de Redes por EQUIS- Justicia para mujeres, Alternativas y Capacidades y la GIZ -Agencia del Gobierno Federal Alemán y en Contraloría Social y Sistemas Anticorrupción por el Colegio de Jalisco y el Comité de Participación Social de Estado de Jalisco.
Licenciada en Ciencia política por la Universidad de Buenos Aires. Magister en Administración Pública por la facultad de Ciencias Económicas de la UBA y Especialista en Educación y nuevas tecnologías por la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales. Se desempeña hace más de 10 años en la educación en línea en diferentes organizaciones de la región.
Licenciada en Relaciones Internacionales (Universidad de San Andrés) y Mg. en Relaciones Internacionales Europa – América Latina (Universidad de Bolonia). Realiza una Maestría en Ciencias Sociales de Internet en Oxford Internet Institute (Universidad de Oxford). Especializada en innovación política y gobernanza de internet.
Politóloga por la Universidad Pompeu Fabra, especializada en género y juventudes. Máster Interuniversitario en Juventud y Sociedad, Universidad de Girona. Maestría en Administración Pública de la Universidad de Buenos Aires (en proceso de elaboración de tesis). Forma parte de la Red de Politólogas. Sus intereses de investigación se focalizan en los temas de género, juventudes y participación política.
Coordinadora de Gobernanza, Estado y Gestión del Observatorio de Políticas Públicas y Docente investigadora de la Universidad Nacional de Avellaneda (UNDAV). Asesora de organismos públicos nacionales y subnacionales. Licenciada en Relaciones Internacionales por la Universidad del Salvador (Argentina) y especialista en Cooperación Internacional por la Universidad Nacional de San Martín (Argentina).
Coordina el programa de Innovación Pública 360 y es Digital Integrity Fellow del Open Tech Fund. Msc en Desarrollo Internacional (Universidad de Bristol). Fue investigador en tecnologías para la Vicepresidencia de Bolivia, PNUD y Fundación UNIR Bolivia. Ex becario Chevening.
Licenciada en Ciencia Política de la UBA, especializada en dirección y gestión de organizaciones sociales en UdeSA y docente en la UBA de la materia “el rol de las organizaciones de la sociedad civil en políticas públicas”.
Politólogo de la Universidad de Buenos Aires, MSc en Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Oxford, MPA y PhD en Ciencias Políticas del Instituto de Estudios Políticos de París (Sciences Po). Trabajó en el Woodrow Wilson Center, el Centro de Desarrollo de la OCDE y dirigió el Instituto Federal de Gobierno en Argentina. También es docente universitario e investiga sobre democracia, economía política y tecnopolítica.
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La segunda es que deben favorecer a la ampliación de derechos y de calidad de vida de las personas. Entendida de este modo, la innovación política apunta a la construcción de sociedades abiertas, gobernadas por comunes, por lo que se requieren acciones que distribuyan el poder. Es por ello que, desde Asuntos del Sur, priorizamos las innovaciones centradas en la construcción de sociedades más paritarias, inclusivas y participativas.