El resurgir de los fusiles. Acontecimientos recientes paulatinos
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El resurgir de los fusiles
Acontecimientos recientes y Paulatinos
Por
Lerber Lisandro Dimas Vásquez*
[/et_pb_text][et_pb_text module_class=»postText» _builder_version=»3.19.4″ header_font=»Roboto|700|||||||»]Aunque es evidente la proliferación de los actores armados, tipo paramilitares, las autoridades no tienen una ruta clara que mitigue el daño. Solo excusas vacías y actuaciones tenues, que favorecen la conducta punible de los considerados “Ilegales”. Primo Levi, en, Si esto es un Hombre, hace una pregunta que vale la pena poner en contexto desde la perpectivas de las víctimas; ¿Por qué el dolor de cada día se traduce en nuestros sueños en la escena repetida de la narración que nadie escucha?
Las dificultades que trajo consigo el Proceso de Paz con las Autodefensas, tarde o temprano iban a cobrar efecto: mal diseñado, basado en la desconfianza, con un incierto camino jurídico, con más promesas que verdades y aislado de las víctimas, frente a un ejército totalitario (enriquecido) que no quería, ni estaba interesado en desmontarse y menos para ir a la cárcel. Ese mismo ejército totalitario controlaba la vida, las tierras, las dinámicas sociales, la sexualidad, el concepto de Dios e imponía otros elementos como su noción de justicia, trabajo y orden social. Eran Estado y eran supremos: non plus ultra. No había nada más allá.
Voy a introducir en este artículo un concepto ampliamente debatido (amplitud que implicó el uso de la T o no) Posconflicto o Postconflicto. No voy a detenerme en esto, y de manera simple, lo resumo, como: la etapa de consolidación y estabilización de un territorio que termina un ciclo de grandes violaciones a los Derechos Humanos y al Derecho Internacional de los Derechos Humanos, en donde el Estado restituye el orden, repara, reconcilia y genera mecanismos de no repetición. Hice un ejercicio etnográfico para consultar a las víctimas (no si era con t o sin ella) sino de cómo entendían el concepto y fue esto lo que encontré: “¿Para usted que es Posconflicto?… Posconflicto es: no la verdad yo ese término nunca lo he escuchado” (Castro, 2009). “¿Para usted que es Posconflicto?… Este, me repite la pregunta, profesor –sí- ¿Para usted que es Posconflicto?… Bueno, eso es… me va a perdonar pero yo de eso no tengo ni idea” (González, 2012). No sigo con citas por economía del lenguaje. Pero de 30 entrevistas no hubo una sola medianamente cercana.
Tzvetan Todorov en La Conquista de América. El Problema del Otro, nos dice que: “Colón solo habla de los hombres que ve porque, después de todo, ellos también forman parte del paisaje”. Las víctimas solo hablan del miedo a la violencia porque hace parte de su paisaje y porque nunca se fue. Muy pocas cosas mejoraron a partir de esa etapa de dejación de armas. Para comenzar, el paramilitarismo, no desmovilizó a sus menores. Esos son los hoy herederos de ese fortín militar. Una vez niños, ahora jóvenes con entrenamiento militar y muertos a sus espaldas; tampoco Fuerzas Especiales, y por supuesto, el debate: mientras en Bogotá se batallaba, por quienes eran y sí era un problema de seguridad o de defensa, ellos, se reorganizaban. En el país llegamos a tener entre 90 y 100 expresiones violentas (grupos) en 2010 y en la Sierra Nevada de Santa Marta, 9 de esos. Y mientras seguía la pugna por si eran: herederos, Bandas Criminales, Grupos Armados Organizado o Ilegales, las víctimas solo veían uno: los paracos. Los mismos de siempre: punto.
Ahora bien, habían zonas (y me centro en la Sierra Nevada de Santa Marta, al Norte de Colombia) donde estaban presentes. En algunos sitios se puede decir que la presencia armada está. No ha pasado un segundo en que no lo estén; en otros, de manera esporádica. En todos, bajo su vigilancia y conveniencia. En la actualidad: volvieron a resurgir los fusiles.
Hay tres elementos sustanciales para comprender el resurgir de los fusiles: el anticomunismo, a veces radical del Ejército y la Policía colombiana; las tierras y la autonomía que los convierte en totalitarios. El totalitarismo, que para Pablo Brum, parte de entender que: estos regímenes se destacan por tener un núcleo acotado que tiene la totalidad del poder político, y a su vez éste se extiende a la totalidad de las esferas de la vida humana. Ninguno los supera en su eliminación de las libertades individuales. De hecho, en una sociedad totalitaria, nadie puede ejercer libremente. [Los gobiernos totalitarios recurren frecuentemente a la guerra].
En 6 meses de este nuevo gobierno, hubo un destape total. Ni pensar en los años que faltan. En lo poco se conoce lo mucho. No voy a decir que este gobierno los autorice; tampoco que los respalde. Sobre eso, no puedo lanzar, de manera irresponsable un juicio. Sin embargo y lo que sí puedo hacer es cuestionar su cercanía con el discurso político, su falta de determinación (que se podría pensar incluso en omisión) y por eso también se condena a un Estado. En una conversación reciente y con un alto militar, cuyo nombre no estoy autorizado a revelar, afirmó: hay un 50% de las tropas que quieren combatirlos y otro 50% que no. Estamos divididos. A mi pregunta ¿Por qué? Respondió: por el ELN, por la presión del narcotráfico para consolidar rutas, por la crisis política de Venezuela (en una eventual guerra allá, la guerrilla, pasaría por estas montañas o por las del Perijá para meterse a otras cordilleras) y estos manes siempre han sido buenos aliados nuestros para eso. La orden de arriba es clara: no hay entrada al Castro-Chavismo. Esto explica el anticomunismo a veces, radical.
Las tierras son el otro elemento convergente. En un artículo publicado recientemente un Mamo (autoridad tradicional indígena) denunció la prohibición de la compra de tierras y la presencia de hombres con armas en sus territorio. Líderes, han denunciado reuniones y prohibiciones: no caminar en la noche; tampoco en las madrugadas, pedir permisos para la invitación de personas a sus fincas y casas, pagar cuotas por seguridad y volver a ver los fusiles que tanto daño causaron. Heridas abiertas que no se lograron cerrar y que vuelven a abrirse, incluso, parafraseando a Levi: «son lugares en los que se prohíbe todo porque lo han mantenido con ese propósito».
Lo concreto de este asunto es que la influencia del paramilitarismo y su presencia armada, están presentes en la Sierra Nevada de Santa Marta y tienen 12 años reorganizándose. Han demostrado capacidad de corroer, poder militar y presencia territorial sostenible. Han mostrado capacidad de confrontación y que están en condiciones, de llevarse, (asesinar) a quién sea y no les importa que represente colectivos, asociaciones, que sea resguardadas por el Estado o que tenga fuero. Si alguien se interpone, medianamente entre sus objetivos (políticos, militares, económicos, de expansión y soberanía) lo dan de baja.
Lo concreto del asunto y no es un juego de palabras como Sostiene Pereira o Pereira Sostiene de la novela de Antonio Tabucchi, es que se ha vuelto a escribir con miedo y pensar en cada una de las palabras. La violencia enseña a usar siempre un leguaje capcioso, vacío, en ocasiones atemporal y que salte de lugares a espacios y organizaciones. Esto, no es muy académico, pero sí salva vidas, que en últimas es lo único que importa.
El asunto concreto, es que no se van a ir ¿para qué? ¿Y a cambio de qué? El sentimentalismo no es una opción en la práctica violenta y, mientras sea a fin su modelo político, no hay posibilidades de restablecimiento del orden constitucional. Lo que nos dice la historia reciente es que en efecto, modelos de terror no son usados, como desmembramientos, pero si estás en su lista o eres unos de sus objetivos los días están contados y, entre otras cosas, no tendría porque usarlos: la intención es causar miedo, asombro, terror y esto lo causan solo con desempolvar los fusiles y hacer tiros al aire para calentarlos. Las víctimas ahora revictimizadas, saben muy bien que una vez la bala sale de la trompetilla del fusil, no regresa al proveedor.
El asunto es lo que implica y lo concreto es el estado. Hasta diciembre, se escondían, se negaban, ahora son frenteros y les gusta que las personas los vean, les pidan permisos, los busquen para controlar y arreglar problemas. La tardía del Estado y la desidia volvieron a hacer las suyas en una región (Sierra Nevada de Santa Marta) donde lo fundamental es la supervivencia, a espaldas de un Estado que mañana te perseguirá.
Lo concreto es el fallido posconflicto (con t o sin t) y el asunto es más grave: no se resolvió, no se dieron elementos sustanciales y ahora se pretende abordar uno nuevo con las guerrillas. Esto no solo es prejuicioso sino que no tiene un solo antecedente que lo soporte y del cual no se aprendió nada y del cual no hay un aporte sustancioso a la estabilización del territorio y la búsqueda sostenible de la paz. Esto tiene, también otras consideraciones en el plano político y económico y es la llegada del narcotráfico, de la parapolítica y la paraeconomía que necesita de ese aire (que le fue tan necesario en su momento) y que ahora busca controlar alcladías, gobernaciones y concejos. El brazo armando siempre será el punto de quiebre de la democracia.
El asunto concreto es que van a seguir matando a campesinos empobrecidos, van a seguir generando condiciones de desplazamiento y van a seguir modificando la libertad y la cultura; sus representaciones así como las dinámicas sociales. Volvieron los paracos, se escucha decir por las calles y las montañas. Nadie puede parar esta hecatombe que esta fortalecida y tiene sed de sangre.
*Lerber Lisandro Dimas Vásquez
Antropólogo, investigador del grupo de investigación Oraloteca de la Universidad del Magdalena. Con conocimiento sobre dinámicas, sociales, económicas, políticas y violentas en la Sierra Nevada de Santa Marta. Con amplio recorrido en temas de Justicia Trasicional, construcción de paz, crimen organizado y violencia urbana. Con conocimientos y trabajos en comunidades étnicas y campesinas. Defensor de Derechos Humanos y del medio ambiente | Twitter @lerberlisandro
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