El 25J las mujeres y disidencias afrolatinoamericanas, afrocaribeñas y de la Diáspora nos enquilombamos para defender nuestros derechos.
Por Daniela Galvis, Asistente Sr. Metodológica de Asuntos del Sur.
Desde hace más de 30 años, los 25 de julio se conmemora el día de las mujeres afrolatinoamericanas, caribeñas y de la diáspora, luego de que por primera vez en 1992 se realizara un encuentro regional para compartir y debatir las agendas del antirracismo y el género en la región, que culminó con la creación de La Red de Mujeres Afrolatinoamericanas Afrocaribeñas y de la Diáspora.
En esa primera fecha se dieron cita en República Dominicana unas 400 mujeres de 32 países latinoamericanos y caribeños, para conversar sobre eso que más allá de las fronteras formales las atraviesa en toda la región, la intersección entre las desigualdades de género y aquellas vinculadas con la pertenencia étnica, pero también con la clase, la diversidad sexual, la localización, entre otras.
En ese primer 25J se produjo un verdadero Quilombo, es decir un encuentro para proteger la vida y comunidad, para revolucionar el mundo conocido como lo hicieron les ancestres en los tiempos de la esclavización. Porque aunque no lo registren los diccionarios y el sentido común racista, Quilombo significa unión, libertad y lucha.
Las mujeres negras de América Latina y el Caribe siempre han sabido luchar en comunidad, primero, protegiendo su vida y las de sus descendientes de la injusticia colonial, al entrelazar rutas de escape en sus peinados y esconder semillas para la supervivencia en libertad; luego, luchando para la liberación de su pueblo y de las personas que habitaban en la Latinoamérica en el marco de las guerras de independencia, como María Remedios del Valle en Argentina. Y ahora, resistiendo al empobrecimiento y la exclusión y defendiendo sus territorios del extractivismo y la violencia como Francia Márquez en Colombia.
Por eso, el encuentro de 1992 fue un espacio de lucha pero también de celebración, al hermanar la construcción política y de conocimiento de las comunidades de toda la región. Desde entonces la fecha es una oportunidad para poner en la agenda regional las transformaciones urgentes que requieren las mujeres, disidencias y comunidades afrodescendientes, afrocaribeñas y de la diáspora para vivir una vida plena y libre de violencias y desigualdad. Una agenda que necesariamente debe incluir reparaciones económicas, culturales, políticas y territoriales, garantizando que todas las personas afrodescendientes tengan un acceso pleno a derechos.