El peligro del Estado ausente frente a la epidemia
Florencia Coda y Matías Bianchi
Argentina se está enfrentando a un aumento dramático de los casos de dengue. En los primeros tres meses del 2024, se diagnosticaron más de 200.000 contagios, superando todos los casos reportados en el 2023 y batiendo un récord histórico. Las causas son varias, pero la respuesta para abordar estos desafíos debería ser una: el Estado liderando políticas públicas. Algunas lecciones aprendidas de la pandemia Covid-19 que podría incorporar la gestión de Milei.
El dengue y el Covid
El virus del dengue no es nuevo en el país, de hecho es una de las enfermedades virales más comunes transmitidas por mosquitos. A pesar de esto, no hay una política sanitaria nacional que busque atender el brote histórico, sino que se apuesta a la conducta individual para prevenir el mosquito y se evita la articulación con las provincias.
La gestión de Milei debería tomar nota de la pandemia Covid-19. Una investigación de Asuntos del Sur realizada en todo el continente americano, identificó que los gobiernos que lideraron las respuestas y convocaron a la ciencia, la industria, los distintos niveles de gobierno y a la sociedad civil, sufrieron menos muertes por millón de habitantes. Uno de ellos fue la Argentina, país al cual la prestigiosa revista Lancet la mencionó como uno de los que mejor gestionó la pandemia en el mundo. El gobierno de Alberto Fernández convocó a gobernadores, científicos y empresarios para coordinar las políticas de respuesta frente a la pandemia. Este impulso de la política repercutió en la producción en tiempo récord de barbijos desarrollados por el CONICET y dos universidades nacionales (UBA y UNSAM), como también en la implementación de un plan nacional de vacunación contra el Covid-19, administrado por el gobierno nacional, en coordinación con las provincias a través del Consejo Federal de Salud.
Hoy esa coordinación no existe. Santa Fe produce sus propios repelentes contra mosquitos, Misiones, Salta y Corrientes compraron sus vacunas, y en la Ciudad de Buenos Aires, el Ministro de Salud enseña cómo hacer repelentes caseros. Las políticas del gobierno nacional están ausentes y el Ministro de Salud se limita a recomendar utilizar pantalones largos.
Recordemos que durante la pandemia Covid-19, aparte de la producción de barbijos, también se coordinó con empresarios la priorización de la producción de respiradores y, con laboratorios, la producción de vacunas. Por el contrario, frente al dengue, la principal política del gobierno de Milei fue abrir las importaciones ante el faltante de repelente contra mosquitos, y aún siguen faltando reactivos para el diagnóstico.
Gestionar la epidemia
Esta inacción contrasta con la reacción de otros gobiernos. El gobierno de Brasil, por ejemplo, lidera una campaña de vacunación con 1,3 millones de dosis aplicadas sin costo para la población. Asimismo, provincias como la de Buenos Aires, Tucumán, Formosa, Chaco y Santa Fe han tomado medidas activas para responder a la epidemia con la fabricación de repelentes en laboratorios estatales.
Es evidente que frente a desafíos complejos, como hemos aprendido durante la pandemia Covid-19, nos va mejor cuando los distintos actores se sientan en la misma mesa para buscar soluciones, y mucho mejor cuando ese conjunto es convocado y liderado por los gobiernos nacionales. Esta cooperación permite que las políticas sean más efectivas, legítimas y sostenibles.
En un contexto en el cual la epidemia, según expertos/as, todavía no ha llegado a su pico, la inacción del gobierno puede costar muchas vidas. No es un debate ideológico sobre el tamaño del Estado. No es necesario crear nuevos espacios de intercambio entre los diferentes niveles de gobierno, estos ya existen. El gobierno es quién se tiene que poner los “pantalones largos” y articular una política sanitaria nacional para prevenir la enfermedad y evitar más casos fatales.
Publicado en ElDiarioAR