Bolsonaro: entre el discurso y la acción I
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Bolsonaro: entre el discurso y la acción I
Asuntos del Sur
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El pasado 1º de enero asumió la presidencia de Brasil el polémico ex militar Jair Bolsonaro, quien llegó con el apoyo del 55% en las votaciones de segunda vuelta en octubre pasado, sobre Fernando Haddad, candidato del Partido de los Trabajadores (PT) -que había triunfado en los últimos cuatro comicios electorales precedentes. En su discurso de posesión, Bolsonaro, ratificó varios de los anuncios hechos días antes de asumir como primer mandatario. Su llamado al Congreso para “restaurar y volver a erguir a nuestra patria, liberándola de la corrupción, la criminalidad, la irresponsabilidad económica y la sumisión ideológica”, hace parte una misión que, ha dicho, fue puesta por Dios y que, por tanto, “no se escoge, se cumple”.
Esta cruzada del gobierno de Bolsonaro por la recuperación y liberación de la “Patria” ha comenzado y, uno de los primeros actos, ha sido facilitar la compra, registro y tenencia de armas de fuego. Según sus afirmaciones, esto se hace “para salvaguardar el derecho a la legítima defensa” y añadió que “ahora como Presidente, voy a usar esta arma”, haciendo alusión al decreto firmado, a tan solo tres días de su posesión. Así mismo, disolvió la secretaría encargada de los temas de diversidad, derechos humanos y asuntos étnicos, adscrita al Ministerio de Educación y la dejó únicamente dedicada a uno de los temas que tenía a su cargo: la alfabetización. Así ha confirmado su conocida postura frente a los temas de poblaciones diversas y la eliminación de lo que se ha denominado, por los conservadores, como “ideología de género”.
De hecho, la recién posesionada Ministra de Mujer, Familia y Derechos Humanos, la pastora evangélica Damares Alves, desató una polémica en redes sociales apenas asumir el cargo, cuando hizo referencia en un vídeo a que esta “es una nueva era en Brasil. Los niños visten azul y las niñas visten rosa”. Sin embargo, y pese a todo lo que se ha especulado sobre la derechización de la sociedad brasileña y el rechazo a los gobiernos del PT, un sondeo reciente de Datafolha muuestra que la agenda conservadora adoptada hasta el momento por el gobierno de Bolsonaro no despierta aún mucho interés por parte de los brasileros y brasileras. Únicamente el 14% de las personas encuestadas coinciden con sus temas prioritarios de la agenda actual. Lo que sí realmente despierta mucho interés es el tema de la economía, donde la población espera resultados rápidos y contundentes, así que lo convierte en el primer gran reto, a corto plazo, de la administración Bolsonaro frente a la opinión pública.
De hecho, lo que se ha trazado como meta para sus primeros 100 días de gobierno, ha sido la reducción del aparato administrativo del Estado, las privatizaciones del sector transporte y un proceso más fuerte de inserción en la economía global. Allí, el propio Bolsonaro ha reconocido no tener mayores conocimientos y, por eso mismo, asegura confiar plenamente en que su ministro de economía, Paulo Guedes, tomará las mejores decisiones para el país. Esto implica, siguiendo a Guedes, aplicar el modelo del “Estado Mínimo” con “simplificación y reducción de impuestos” y “privatizaciones aceleradas”.
Hasta el momento, en este sentido, Bolsonaro arrancó su mandato firmando el decreto para el salario mínimo (257,5 dólares), por debajo de lo que se había presupuestado para este año (259,6 dólares). A su vez, resuena el avance de más golpes para la economía de los sectores populares, corroborando su actitud de reducir los derechos de trabajadores y trabajadoras, mediante la “prometida” reforma laboral, de la que aún no se sabe mucho; sólo su frase de que tendrían que escoger entre: “más derechos, o más empleos”. Y, como si fuera poco, tiene al frente otros temas duros por afrontar, como el de la reforma pensional, que por ahora no aparece en las prioridades de sus 100 días -seguramente por su impopularidad. El otro, que ha causado gran polémica, es la delimitación de la tierra para comunidades indígenas y quilombolas (afros).
Allí, el sector agrícola del país -que apoyó la candidatura de Bolsonaro- ha ganado una batalla frente a los permanentes conflictos presentados con las comunidades indígenas, pues se ha tomado la determinación de pasar las decisiones sobre el uso de las tierras de la Fundación Nacional de Indígenas, al Ministerio de Agricultura, ahora encabezado por Treza Cristina, quien fuera la representante de la bancada del sector agrario. Así, el nuevo mandatario ha cumplido su promesa de “abrir las tierras indígenas a la actividad comercial”. En este sentido, su propuesta de “retirar a Brasil del Acuerdo de París” aún no se lleva a cabo y, según Ricardo Selles, Ministro del Medio Ambiente, se debe a que “hay puntos importantes del Acuerdo que queremos valorar, como aquellos que pueden traer recursos financieros al país” (Agencia Brasil).
La renuncia esta semana del diputado Jean Wyllys -defensor de los derechos de la población LGTBI desde su escaño político-, su decisión de irse al exilio y, así, protegerse de las amenazas que ha venido recibiendo en su contra, es una muestra del ambiente que vive Brasil para la expresión pública y diversa en la actualidad. Wyllys pertenece al Partido Socialismo y Libertad (PSOL), el mismo de la concejala feminista y representante de las mujeres afrobrasileñas, Marielle Franco, quien fue cobardemente asesinada el 14 de marzo del año pasado, en hechos que aún son materia de investigación. Allí ha resultado salpicado el recién elegido senador, Flavio Bolsonaro, hijo mayor del Presidente, debido a que dentro de su gabinete estuvo contratada la esposa de un militar que ha sido relacionado por la justicia, con el asesinato de la concejala Franco. Desde el anuncio de estos hechos, el diputado Wyllys afirma estar en un ambiente inseguro para él, ya que en otros momentos fue blanco de las críticas por parte del actual presidente.
Así que, al cierre de su primer mes de gestión frente al gobierno de Brasil, Jair Bolsonaro, si bien no es hasta ahora como Presidente, el mismo congresista de expresiones extravagantes e insultantes frente a las poblaciones históricamente excluidas, a la izquierda, la lucha social por la ampliación de derechos y sus añoranzas de la dictadura; sus acciones corroboran lo que pregonó por años: la restricción de derechos y libertades públicas, la justificación del uso de la violencia ciudadana con la aprobación del porte de armas y la consolidación de un modelo neoliberal.
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